Cuando vuelvan a la escuela, ¿qué?

Felipe Trillo PROFESOR DE DIDÁCTICA DE LA USC

OPINIÓN

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05 abr 2020 . Actualizado a las 10:49 h.

Me pregunto, en plan desahogo: ¿qué harán los centros educativos, al menos en los niveles de educación obligatoria (4º de la Eso incluido), cuando regresen los alumnos?

Mucho me temo que todo gire entorno a la obsesión por evaluarlos, de manera mal entendida, de forma que lo que importe sea el poder etiquetarlos, para ordenarlos y clasificarlos y, ¡quién sabe!, para decidir sobre su promoción, añadiendo sal a la herida de la escolarización perdida, como si ellos no fueran tan victimas como todos los demás de lo que nos está pasando. ¿Cuál es el «subsidio» arbitrado para el «colectivo» de los estudiantes?

¿Se escuchará en las aulas y pasillos que ya basta de saludos y que abran sin más demora el libro de ejercicios? ¡Cuánto se podría hacer en cambio! La escuela como un espacio para ayudarles a comprender lo que nos ha ocurrido. Las ciencias sociales y humanas para conocer dónde se inicia y cómo se desplaza el problema, a qué tipo de población afecta, con qué impacto económico, y que respuestas sociales, culturales y políticas se han generado y cabe someter a una revisión crítica para anticiparnos a futuras pandemias. Las ciencias naturales, experimentales, tecnológicas y de la salud, para comprender el origen, la naturaleza de la infección, los órganos comprometidos y su respuesta, así como el apoyo especializado para resolver tanto la enfermedad como el problema de su asistencia. Las artes para encontrar el modo más sutil e íntimo de expresar las emociones y acontecimientos vivenciados: el confinamiento, la lejanía, el miedo, la muerte acechando o cebándose en nuestros seres queridos.

¡Dios! ¿Habrá alguien que les de la matraca en Junio con la ortografía o un fallo en un ejercicio? No es el tiempo para rendir sino para aprender de una experiencia histórica que, de alguna manera, marcará sus vidas. Los colegios tienen que arbitrar una respuesta colegiada a ese desafío educativo, al margen de que desde la Administración les insten a rellenar papeles de acreditación y algunos padres se inquieten por la posibilidad de que sus hijos pierdan puntos en el ránking.