Fin al bloqueo

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Eduardo Parra - Europa Press

10 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que todavía desconocemos los resultados que hoy nos van a dejar las urnas -para que luego no se diga que jugamos con ventaja-, pues ahora es el momento de abordar e ir pensando en hacer algo para que no se repita el bochorno que llevamos viviendo por el bloqueo político. Y erradicar de una vez por todas esa pelea de gallos que no nos lleva por el buen camino.

 Nuestro balance es desolador. Cuatro elecciones en cuatro años, dos de ellas adelantadas; récord de consultas en las democracias occidentales; casi un lustro sin rumbo y con una clase política instalada en la campaña permanente y en la descalificación del contrario, mientras el país viviendo en la provisionalidad y en la improvisación. Y así seguimos aun siendo conscientes de las carencias negociadoras, por no hablar de las de otro tipo, que nos abocan a un bochorno permanente. Desconocen absolutamente en qué consiste la cultura del pacto.

La clase política que nos ha tocado en suerte, a la que bien que le gusta copiar tesis y libros, podía reproducir los modelos de elección de presidente de Gobierno que se siguen en otros lugares del planeta o, sin necesidad de irse lejos, los que se ponen en práctica aquí mismo, en Asturias o Euskadi.

Porque fórmulas hay muchas. La segunda vuelta, que deshaga el bloqueo a la lista más votada, como ocurre en los ayuntamientos. O que en el segundo intento de investidura solo exista el voto a favor, en blanco o la abstención. Incluso se puede hacer como algún país europeo donde al partido ganador se le premia con cincuenta escaños de regalo. Porque sí. O como ocurre en los que el monarca o el presidente de la república refrenda al más votado que será quien gobierne a no ser que los parlamentos rechacen su programa. Lo curioso de esta situación es que todas las fuerzas -a excepción de Vox que querrá nombrar los presidentes por decreto de Abascal-, dicen pero no hacen. Aseguran que es necesario un cambio en las normas electorales, pero no se mueven por lograrlo. Pese a la sencillez y a que se solucionaría un problema que nos trae de los nervios. Y de ahí que uno empiece a pensar que el bloqueo les va que ni pintado. Porque son tan incapaces que así disimulan mejor sus carencias.