Es verdad

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

27 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer volvieron a salir a la calle en Santiago, pero su ruido se confunde con la fanfarria electoral o con un soniquete crónico que se incorpora al ambiente y desaparece a base de oírlo. Pero la matraca de fondo de quienes se manifiestan desde hace meses es cierta: la sanidad pública gallega tiene problemas.

Médicos con contratos precarios y sin tiempo para atender a los pacientes.

Enfermeras cuyas vidas laborales parecen la enciclopedia Espasa, con el uniforme siempre presto en el maletero para acudir allí donde sean llamadas.

Tiempos de espera negligentes que solo se acortan si conoces a alguien dentro del sistema y que son implacables para un ciudadano sin contactos en una tristísima resurrección del enchufismo sanitario.

Proliferación evidente de seguros privados que manifiestan que cada vez más gallegos sospechan de la red pública o al menos necesitan reforzarla.

Horas y horas de espera en los servicios de urgencias en los que no es probable que te toque compartir paciencias con quienes de verdad tienen una alternativa que los dispense de ese aguardar eterno cuya sustancia desesperante solo conoce quien la ha sufrido.

Transferencias constantes de pacientes de la sanidad pública a la privada.

Claro que siguen pasando cosas buenas en los hospitales gallegos y que su musculatura asistencial y científica no se va a esfumar de un momento para otro, pero hay evidencias suficientes de que las cosas no funcionan como solían y que el poder integrador que tuvo la sanidad pública en los ochenta y que fue una de las causas de la modernización de España está hoy comprometido. Escuchen los lamentos de los viejos médicos, precisamente los que pusieron en marcha el sistema público, y lo comprobarán.