
Son en torno a diez mil enfermeras. Diez mil mujeres y hombres, jóvenes, de mediana edad, con familia a su cargo en la mayor parte de los casos. Diez mil enfermeras anotadas a las listas de contratación del Sergas en toda Galicia, el mayor colectivo profesional de la sanidad gallega, las eventuales. Sus condiciones de trabajo rozan límites que cuesta creer.
Pongamos el caso de una de ellas. Casada, dos hijos. Vive pendiente de la «llamada». Una llamada para trabajar en el Sergas. Lo primero será contestar esté donde esté, haga lo que haga. De no hacerlo tras varios intentos será penalizada descendiendo en el ránking de las enfermeras más llamadas y sucumbiendo a los designios de las necesidades sanitarias. Así hasta los casi doce años que de media necesitará para ganar alguna plaza vacante. Hasta entonces encadenará contratos por días sueltos, quince, veinte días. Quizá pueda trabajar todo el mes si no descansa un solo día.
Con suerte podría ser un contrato de sustitución. Lo más probable es que no sea más que un contrato de un día. Ayer ejerció en un servicio cualquiera de cualquier hospital, hoy podría ser el mismo hospital y otro servicio, o el mismo servicio en otro hospital, o un centro de salud, el mismo, otro, ¿quién sabe?
Es como si te robaran la vida. No sabes qué turno tendrás mañana, ni siquiera el lugar. No planees nada, improvisa. No preveas una cita, ni salir a cenar, ni siquiera pienses en llevar a tus hijos al cole mañana, no sabes si podrás, quizá tu marido tampoco. No pidas un crédito, no tienes un contrato que te respalde.
Así afecta la eventualidad a la enfermera. Pero, ¿y al paciente y su calidad asistencial? Desde el Colegio de Enfermería de Pontevedra venimos reclamando el cumplimiento de las ratios en todos los centros. No se dan. Cuando hace falta un refuerzo se llama a través de estas listas y ocasionalmente la ayuda se convierte en todo lo contrario.
Ser enfermera no significa tener conocimientos de absolutamente todos los procesos, de todos los servicios, de todos los centros, de todas las áreas sanitarias. De modo que con la enfermera llamada a ayudar sus compañeras habrán de dedicar parte de su tiempo en ponerla al día de cómo van las cosas ahí.
Y mañana o pasado volvemos a empezar, porque la misma enfermera eventual se encuentra ya en otro servicio de otro hospital, y al primero llega otra enfermera distinta de la anterior.
Es en el paciente en quien repercute esta gestión, mejorable. La razón de ser de los colegios de enfermería es velar por la calidad asistencial al paciente, por la calidad en que la enfermera desarrolle su trabajo. El Colegio de Pontevedra, junto a los restantes de Galicia, trabaja en planteamientos firmes a la Administración para poner fin a esta situación, buscando fórmulas más eficaces, menos costosas. No olvidemos que la precariedad de la enfermera afecta a la calidad del cuidado al paciente, y tarde o temprano todos seremos usuarios de la sanidad.
Es hora de cuidar a quien te cuida.