Argentina y peronismo

Carlos G. Reigosa
carlos reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

09 sep 2019 . Actualizado a las 09:34 h.

«No es tan fácil cambiar las cosas en los países de Latinoamérica como creen ustedes, los españoles. Lo más probable es que repitamos errores y que aún tropecemos varias veces en la misma piedra». Así me lo explicaba hace poco un culto argentino que, paradójicamente, no estaba sorprendido por la crisis financiera y política desatada en su país tras la derrota del presidente Mauricio Macri ante el peronista Alberto Fernández en las elecciones primarias del pasado 11 de agosto. 

«Y no se equivoque -añadía-. Nosotros estamos muchísimo mejor que otros países. Hemos tenido ciclos históricos de populismos peronistas, pero siempre hemos sabido salir de ellos. Algunos incluso pueden querer compararnos o confundirnos con Venezuela, pero no es el caso, créame». La verdad es que no lo comprendía del todo, pero quizá él trataba de explicarme que los desastres de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y, si se quiere, ahora Brasil, eran de otra condición. Incluso, de otro mundo. Porque Argentina siempre tuvo a salvo un cierto complejo de superioridad, también intelectual o cultural, que está justificado con nombres muy ilustres, sobre todo en la literatura: Borges, Sábato, Cortázar, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Manuel Puig, Rodolfo Walsh y un largo etcétera.

Pero acabé estando de acuerdo con mi interlocutor sobre la gran diversidad de América Latina, porque en mis viajes por varios de sus países ya había percibido qué los unía y qué los separaba. Argentina y Chile, naciones fronterizas y, sin embargo, tan diferentes. México, tan por encima de toda Centroamérica y tan cerca de EE.UU. Mi interlocutor valoraba mi esfuerzo diferenciador y sonreía con satisfacción. «Solo así entenderá lo que está pasando y sabrá que, si vuelve el peronismo, también volverá a irse». «¿Seguro?», le pregunté. «Repase la historia y lo verá -dijo-. El peronismo es un sueño ilusionante que siempre se nos convierte en una pesadilla. Así se regenera como esperanza cada vez que tenemos un problema. Y por eso ahora puede volver». Me pareció pesimista y se lo dije. Él respondió: «¿Pesimista? Recuerde lo que dijo Perón: ‘Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento’. Quizá los argentinos de hoy queramos escarmentarnos una vez más. ¡Quién sabe!».