Cuando manda un excéntrico

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

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06 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Su política es una mierda». Con estas delicadas palabras se dirigió Boris Johnson, premier británico, al líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn. No será este escribidor quien discuta el acierto o la injusticia de esa calificación, ni siquiera que le haya llamado «gallina» en su confrontación parlamentaria. Si me atraen esos testimonios es porque entiendo que retratan bien al señor Johnson, que por algún motivo recibe tantos apoyos de Donald Trump: Dios los cría y ellos se juntan. Johnson es osado como Trump. Menosprecia a los adversarios como Trump. Está dispuesto a cargarse a todo diputado tory que le desobedezca. Se pasa por el arco de triunfo las formas democráticas. Considera que está revestido de una autoridad casi divina para interpretar los deseos del pueblo. Y finalmente, Trump quiere debilitar a la Unión Europea y a todo lo que no sea Estados Unidos, y ha encontrado en el jefe del Gobierno británico un eficiente colaborador. Quizá un eficiente ejecutor.

Estoy pensando que quizá hagan falta personajes estrafalarios como Boris Johnson para valorar debidamente las instituciones y los principios democráticos. En Estados Unidos hace falta una Cámara de Representantes y un Senado para parar los pies a Trump y evitar conflictos de mayor cuantía. En Italia hizo falta un Salvini para cargárselo y empezar a tener un gobierno razonable, leal a Europa y respetuoso con las leyes internacionales y con los derechos civiles. En el Reino Unido no sabemos qué pasará, pero hizo falta un gobernante capaz de hacer tales barbaridades que le ha devuelto todo su valor al Parlamento en su función de controlador de los caprichos y desmanes del Ejecutivo. Intentó salir de la Unión de forma salvaje, sin importarle la ruina que podría causar a los demás países miembros y al propio Reino Unido y el Parlamento se lo rechazó. Intentó adelantar las elecciones porque las encuestas le sonríen, y el Parlamento se lo impidió. Este tipo solo está a gusto con el Parlamento cerrado, como todos los sátrapas. Este tipo tiene vocación de sátrapa.

Da miedo pensar que en países de tanta tradición democrática como Inglaterra ciudadanos así, que se distinguen por sus modos extravagantes y su fondo autoritario, puedan alcanzar el poder. Da más miedo todavía comprobar que, a pesar de sus excentricidades y de ser un peligro para la convivencia, gozan de respaldo popular y andan como favoritos en las encuestas de intención de voto. Estaremos salvados mientras en las instituciones quede un poco de sentido común. El día que estos populistas llenen los escaños de representantes como ellos, habrá empezado a quebrar la democracia. Y en Europa habrá comenzado el desmontaje de la Unión.