Desmontando los mitos sobre los piojos

Reme Navarro EN LÍNEA

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

22 sep 2019 . Actualizado a las 17:16 h.

El período estival es uno de los más críticos para contraer la afección de los piojos, sobre todo en los campamentos, las colonias y las piscinas. Un caldo de cultivo ideal para el contagio, ya que los niños comparten un mismo espacio y objetos personales. Por eso también es muy importante tomar medidas para prevenir el contagio de cara a la vuelta al cole en septiembre.

 A pesar de tratarse de un problema social habitual, en general se sabe muy poco sobre ellos, porque es un asunto por el que se tiende a estigmatizar a los niños que lo padecen. En contra de la creencia popular, los piojos no pueden saltar, volar ni nadar y solo pueden adquirirse por contacto directo de cabeza a cabeza. Existe la falsa creencia de que su proliferación se debe a la falta de higiene, pero estos parásitos pueden aparecer en todas las circunstancias. Según una encuesta elaborada en 2018 por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria y el Centro de Información de la Pediculosis, en el 40% de los hogares con niños en edad escolar se ha advertido la presencia piojos alguna vez. El principal problema de estos parásitos es que crecen y se multiplican muy rápido. Viven en la cabeza cerca de un mes y se aparean solo una vez, pero la hembra pone entre 5 y 10 huevos al día, que eclosionan y se convierten en piojos a los 7 días. Para evitar el contagio de los más pequeños, sobre todo durante los meses más calurosos, recomiendo seguir una serie de consejos que a lo largo de mi experiencia profesional he comprobado que son más efectivos.

En primer lugar, es importante llevar a cabo una labor de prevención. Para ello existen remedios naturales que funcionan como repelentes de piojos, como los aceites del árbol del té, de coco, de ylang-ylang, de neem y otras plantas aromáticas. También es muy importante desinfectar con agua muy caliente o alcohol todos los objetos susceptibles de transportar este tipo de insectos, como peines, gorras o toallas, y evitar, en la medida de lo posible, que el niño los comparta. En casa, es importante lavar frecuentemente las toallas, la ropa de vestir y la ropa de cama (almohadas, sábanas y colchas) a más de 60 grados.

Es importante también revisar el cabello periódicamente. La infestación por piojos causa picor e irritación en el cuero cabelludo; por lo tanto, si el niño se rasca mucho la cabeza, convendría realizar una inspección minuciosa. La lendrera, el tradicional peine de púas para piojos, resulta un elemento muy eficaz para esta revisión. Si a pesar de tomar todas estas medidas de prevención detectamos piojos vivos, es cuando entran en juego los tratamientos pediculicidas. En la actualidad, estos productos han evolucionado muchísimo, y en pocos minutos se puede acabar con los parásitos y las liendres sin tener que soportar malos olores o abrasiones en el cuero cabelludo. No obstante, todos los tratamientos deben repetirse a los 7-10 días, pues es el plazo en que los nuevos huevos tardan en eclosionar.

Lo importante está en saber diferenciar entre «tratar» y «prevenir». Todas estas recomendaciones no solo ayudarán a combatir los piojos este verano sino que prepararán el cabello de los más pequeños para la vuelta al cole tras sus vacaciones. El año escolar es muy largo y hay que prevenir y concienciar tanto a padres como a niños. Además, los padres juegan un papel muy importante, ya que deben ser quienes aconsejen a los más pequeños, sin presionarles, para que tomen las debidas precauciones y les informen si creen que alguno de sus amigos puede estar infectado.