El oficio de votar

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

26 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Usted qué profesión tiene?

 ¿Quién?, ¿yo? Yo soy votante, señora, qué le vamos a hacer. Y es un trabajo duro donde los haya, porque, como dicen los docentes que hacen con las clases -y seguro que es verdad-, hay que prepararse el acto de la inserción.

Técnicamente no es muy difícil, aunque tampoco está chupado. Hay que saber en qué colegio vota uno, luego hay que elegir la papeleta entre un solitario de naipes, y después consumar la penetración. Esto es lo más fácil ya que alguien en la mesa, a modo de mamporrero, nos dirige el papelito hacia la ranura. Pero el de votar es un trabajo en el que nos sentimos muy presionados, porque los candidatos nos hacen acoso laboral: a mí, a mí. Y uno nunca puede quedar bien con todos. En realidad, uno nunca queda bien ni consigo mismo, porque uno, que es acomodaticio, tiene la tendencia a votar al menos malo. A mí, que defiendo como una miss la armonía universal, me gustaría votar a tres o cuatro de esos vecinos míos que se presentan. Y que se arreglen entre ellos, pero la ley, ya saben ustedes, es muy rácana: un hombre un voto. Y punto. Lo que sí está claro es que se vota a las personas, porque los programas, cuando existen, son el cuento de Aladino.

O sea que en esas andamos. Y hoy nos toca trabajar. Yo, mientras leen ustedes esto, estoy haciendo estiramientos y calentando, que no me quiero lesionar, no vaya a ser que de las del otro día no salga Gobierno y haya que volver a la faena.

Y aún habrá quien me diga: tú sí que vives bien.