No engañar al pueblo

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

22 abr 2019 . Actualizado a las 07:19 h.

Es legítimo tratar de engañar al pueblo «por su propio bien», como parecen proponerse ahora equis políticos entre nosotros? Quizá no sea esta su voluntad, pero da la impresión de que tal vez demasiados aspirantes se están comportando como si juzgasen legítimo todo género de esfuerzos para que prosperen sus tesis.

Esta historia viene de tiempos muy remotos y no parece tener enmienda. Se ha mentido siempre, al menos desde Adán y Eva. Pero el descaro y la sofisticación han ido en aumento hasta convertir la mentira política en un arte (escuchen los discursos de los más poderosos líderes del mundo -no solo los de Trump, por cierto- y saquen sus propias conclusiones). La mentira lamentablemente campa a sus anchas por todos los escenarios. Y también por nuestras campañas electorales, ya atiborradas de fake news o informaciones adulteradas para lograr las rentabilidades políticas deseadas. Por ello, ya casi nadie comparece libre de su uso o presencia, ni crecen en número las excepciones.

Decía el político alemán Otto von Bismarck (1815-1898) que «nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de una cacería». Y tenía toda la razón entonces y la tiene ahora. Estamos ante unas elecciones y sabemos que en su desarrollo se van acumulando las razones del bien y del mal. Porque todos los partidos tienen el noble propósito de ganar…, pero no pueden ganar todos.

Esta reflexión periodística solo tiene el propósito de salir por un momento del ruido mediático del debate político y recordar que, en medio del «todo vale», lo que vale realmente es el voto de cada ciudadano y que por ello es tan importante participar en la cita electoral, dedicando cada uno su papeleta a quien considere más cabal y adecuado para el Gobierno de España. Intento así apartarme del ruido interesado para insistir en recordar la relevancia del acto de votar. Sin reflejos condicionantes.

El político francés Georges Clemenceau aseguraba que sería mucho más fácil gobernar dentro de un régimen democrático si no hubiera que ganar constantemente elecciones. También yo lo he pensado a veces. Pero sé que sin elecciones no se podría hablar de un régimen democrático.