Irredentismos

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

15 abr 2019 . Actualizado a las 07:56 h.

La pregunta que muchos españoles nos hacemos ahora es cómo lograr que nuestros políticos se deshagan de su pasión por crear nuevos problemas y reúnan la determinación y la voluntad necesarias para alcanzar acuerdos, porque en esta cuestión de las actitudes está la clave de unos resultados que pueden recuperar la armonía social. Y urge que así sea, porque se nos han juntado demasiados irredentistas dispuestos a llevarse por delante a sus rivales y, de paso, a lo que representan. Políticamente, claro. 

Somos capaces de enumerar los problemas (algo es algo), pero no acertamos a la hora de acordar las soluciones. Por el contrario, no paramos de complicar la situación con ocurrencias, a veces disparatadas, que no llevan a ninguna solución, sino solo a una radicalización del problema. Pongamos un ejemplo: la situación en Cataluña. Las posiciones de demasiados partidos no hacen más que incrementar o emponzoñar el lío. Porque no hablan de negociaciones y de acuerdos, sino de cómo evitar el entendimiento.

El expresidente del Gobierno Felipe González decía hace poco que «solo hay una salida seria, la federalización», y coincidía con el veterano Miquel Roca en hacer una llamada al consenso y abandonar los irredentismos de extrema izquierda y de extrema derecha. La paradoja, no obstante, es que ni uno ni otro están ya en el poder y, por consiguiente, se entiende que apelan a quienes lo tienen y no manifiestan la menor intención de avenirse en esa búsqueda de salidas modélicamente acordadas.

Por desgracia, tenemos por delante demasiados políticos con ganas de desafiarse y de tensar la cuerda de la discordia y la confrontación. ¿Son estrategias pasajeras? Lo ignoro, pero sí sé que conllevan riesgos de líos graves. Basta escuchar al enfebrecido y radicalizado Puigdemont para entender algún extremo del problema. Y las proclamas confusas y desafiantes de otros tampoco alumbran la vía de un próximo entendimiento.

Quizá por ello, Felipe González ha considerado que en Cataluña ahora «estamos más cerca de perder el autogobierno que de una hipotética independencia». Eso… o la federalización. Porque los irredentistas no atinarán con la solución. Seguro.