Testosterona electoral

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

03 mar 2019 . Actualizado a las 08:42 h.

Así por encima, el asunto de las próximas elecciones de abril vuelve a ser cosa de hombres. Pablos, Pedros y Santiagos, todo muy bíblico, y sin una sola Eva que llevarnos a la papeleta. No diré yo que el género lo blanquee todo, pero a esos tipos que ven en la perspectiva feminista una maniobra hitleriana les diría si nos les chirría que el cien por cien de los candidatos a presidir España sean hombres. Algunos incluso muy hombres, con esa hombría de golpeteos en el pecho tan de gorila. Y que la cosa lleve siendo casi así desde que tenemos memoria democrática y, por supuesto, de la otra.

Todos estos hombres que aspiran a gobernarme me piden cosas diversas. Hay uno incluso que me dice que me mire bien por dentro para reconocer qué es exactamente lo que llevo ahí; debe de conocer mis rincones uterinos mejor que yo misma. Otro me considera nazi y pasea su afrenta en autobuses por las calles. Dicen que a este hombre en concreto lo van a votar bastantes personas, a quienes, al parecer, les hace gracia tanta ideología de correaje y pistola. Así van las cosas de bien en el siglo de las mujeres en el que hasta el Papa confunde feminismo con machismo.

Es cierto que en los últimos meses el mundo se ha empapado de sororidad y feminismo. De mujeres peligrosas que opinan y hablan desde el escenario de un teatro de Pontevedra convocadas por Susana Pedreira y Diana López. Pero la política, la política presidencial en concreto, permanece al margen de este ajuste histórico que hasta ahora no ha sido capaz de normalizar el acceso de las mujeres a los gobiernos del mundo. Qué raro es todo. Ninguna mujer es siquiera una posibilidad en España. Y en esto nada hemos cambiado.