La tentación intervencionista

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

HO

26 feb 2019 . Actualizado a las 07:56 h.

Se entiende la impaciencia de Juan Guaidó y sus seguidores. El régimen da señales de tensión, pero todavía no de ruptura. Los días pasan y el impulso de la protesta contra Maduro podría perder fuerza. Es así como surge la tentación de hablar de una intervención militar norteamericana, que hasta ahora la oposición venezolana había descartado tajantemente.

Se entiende, pero es una mala idea, por muchos motivos. En primer lugar, la intervención no sería legal. El derecho internacional sólo recoge dos casos en los que es permisible el uso de la fuerza contra otro estado: la defensa propia y una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que lo autorice. La primera condición no se da en el caso de Venezuela, y la segunda es prácticamente imposible, puesto que una resolución de ese tipo sería vetada con toda seguridad por Rusia, y probablemente también por China. Pero, además de cuestiones de orden legal y moral, las dificultades prácticas son considerables. Granada o Panamá, dos raros ejemplos de invasiones norteamericanas exitosas, eran países muy pequeños. Venezuela tiene dos veces la superficie de Irak y una población de un tamaño parecido. Una intervención puntual no sería suficiente, porque no existe una oposición armada que pueda tomar el poder, como al menos ocurría en Libia. Aunque ineficaces y mal equipadas, las fuerzas combinadas del ejército venezolano y las milicias requerirían una fuerza invasora de, como mínimo, 100.000 soldados. Y la intervención no sería popular. La mayoría de los venezolanos quieren un cambio de régimen, pero aún así hablamos de algo más del 60 %, lo que quiere decir que el régimen cuenta todavía con muchos apoyos. Los sondeos muestran, de hecho, que solo un 28 % de los venezolanos están a favor de una intervención militar extranjera. Y si, en vez de tropas norteamericanas, la intervención la realizasen los países vecinos, como se ha llegado a sugerir, no sería mucho mejor. Las poblaciones de estos países también son contrarias a una invasión y sus ejércitos muy reticentes a esta clase de aventuras. Brasil, además, está muy mal situado estratégicamente respecto a Venezuela, y en Colombia, la frágil paz del país podría saltar por los aires. En política, los atajos a menudo pueden conducir al lugar contrario al que se desea.