Rahaf, la fugitiva apóstata

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CALEIDOSCOPIO

OPINIÓN

MARK BLINCH

23 ene 2019 . Actualizado a las 07:49 h.

Ocupó el asiento entre su hermano y yo. Muy educada, saludó al sentarse pero evitó intercambiar más de media docena de frases. Lo suficiente para saber que regresaba a Arabia Saudí. Cubierta con el preceptivo hiyab y completamente tapada salvo las manos, lo cual supongo que no era muy cómodo por estar en pleno julio, tampoco habló mucho con su maher. Parecía muy agradable pero me dio la impresión de que le molestaba estar tan cerca de mí. Mi compañía sólo le resultó tolerable porque era mujer.

Y sentí lástima. Es muy triste que eduquen a las niñas para vivir en un entorno de sumisión total y que su cuerpo se convierta en una suerte de terreno prohibido que deben proteger a toda costa negándoles cosas tan sencillas como sentir el calor del sol y la brisa sobre la piel o pasear por una calle sin miedo a que algún mechón de pelo se escape del pañuelo. Pero, más lamentable me resulta que les impidan estudiar y formarse para ejercer una profesión, se las obligue a aceptar matrimonios que no desean o se les arrebate la vida cuando se niegan a cumplir las órdenes de su maher. Muchas se rebelan, pocas consiguen escapar. Rahaf Mohammed, la joven valiente, o como dicen sus padres, «mentalmente inestable», tuvo suerte. Pese a que fue interceptaba en Tailandia y le arrebataron su pasaporte, fue capaz de llamar la atención a través de Twitter y obtener el amparo de Acnur. Acogida por Canadá, podrá iniciar una nueva vida en libertad. Podrá estudiar lo que quiera y trabajar para ser independiente y nadie la juzgará por haber apostatado de una religión. Y ello pese a que las redes sociales pro-musulmanas se quejan de tanto revuelo por una adolescente rebelde cuando hay millones de refugiados que necesitan ayuda. Lo que no mencionan es que hay millones de mujeres oprimidas que desearían ser Rahaf.