Historias de España

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

14 ene 2019 . Actualizado a las 08:39 h.

Vivíamos con la sensación de conocer la historia de España, al menos en sus términos básicos y elementales más acordados. Pero algo está cambiando ahora, de modo que todo parece en fase de reescritura, ofreciéndonos no una, sino varias versiones contrapuestas. No es la primera vez que esto ocurre, pero sorprende la fruición con que se está haciendo, sobre todo por lo que respecta al siglo XX y al actual.

Nuestra historia abarca desde la primera colonización humana de la península ibérica hasta hoy. Cierto. Pero el debate de ahora se centra en los últimos cien años. Quizá porque se considera que hay una versión escrita por los vencedores; otra, por los perdedores, y una tercera por los interesados en que hoy impere la versión que a ellos más les conviene. Todo esto con las ideologías de por medio repintando el pasado.

¿Y los acuerdos históricos básicos? Lo anticipó bien el siempre joven Jardiel Poncela: «Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es lo que sucedió». Y en esta ignorancia se encaraman los partidarios de introducir toda clase de mudanzas, en la Constitución o en donde sea. Naturalmente, cada uno habla de sus cambios y explica cómo conseguirlos. Pedro Sánchez cree que el buen camino no es hablar de cuestiones en las que haya grandes diferencias, sino de elementos en los que empieza a haber acuerdo. Es su ruta única para intentar prolongarse en el Gobierno.

El presidente del PP, Pablo Casado, no está por la labor de cambiar la norma suprema del ordenamiento jurídico español y considera que, en caso de querer hacerlo, tendría que lograrse con el mismo consenso que hace 40 años, algo que hoy nadie ve posible (y menos aún los del recién llegado Vox). El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, cree que hay otras prioridades y que lo relevante ahora es que «si hay que aplicar la Constitución, se aplica», sin cambiarla a gusto de Junqueras o Puigdemont.

Distinta es la actitud de Pablo Iglesias, escéptico sobre el logro de acuerdos y deseoso de que la exigencia de reformas se transforme en «un clamor social», porque los avances sólo llegan cuando se convierten en demandas sociales hegemónicas. Y en estas historias de España estamos.