Humo de champán

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

07 ene 2019 . Actualizado a las 21:49 h.

Me contaba mi hermano, en la puesta al día que son las fiestas de Navidad para aquellos que vivimos lejos de los nuestros, que su vecino tiene un tekel al que le apasiona chupar los pies de mi cuñada desde tiempo inmemorial. Un día le preguntó qué edad tenía el perro y el vecino mudando el semblante y en tono confidencial le dijo muy bajito: «¡Sissss!, tiene veinte, pero no lo diga... él no sabe que es un perro». Avisaba la certeza de que, si se enteraba de que lo era, se empezaría a agobiar con la esperanza de vida de un perro y comenzaría a alimentarse de pienso y miedo, que se digiere muy mal.

Permítanme una cita del ingeniero ucraniano Sikorsky que afirma que, según reveladoras pruebas de técnica aeronáutica, el abejorro no puede volar debido a la forma y al peso de su cuerpo en relación con la superficie de sus alas. Pero el abejorro no lo sabe y por eso continúa volando; siempre lo pensé cuando veo los aterrizajes de emergencia que hacen las vacalouras en las noches de San Juan.

El sentimiento frente a la razón, la ciencia frente a la nigromancia, pero lo que nos hace volar y degustar zapatos acaba tarde o temprano rindiendo vasallaje a la verdad. El equilibrio está en la adecuada proporción de espejismo y realidad.

A cuento ilustra la situación actual, en la que proliferan abejorros que solo vuelan en Falcons, jóvenes políticos que no saben que son viejunos y héroes con pendón de pinacoteca.

Saber lo que uno es en realidad puede ser menos excitante que ignorarlo, pero no se puede castigar a nadie por decir la verdad:

Estoy hasta el tafanario del debate inamovible entre los dos puntos de actualidad: el equivocado y el nuestro.