En qué te has convertido, A Coruña

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

07 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El aniversario de la muerte de Albert Camus, 4 de febrero de 1960, me coge con la lectura de Correspondance 1944-1959, las cartas que el escritor y la actriz María Casares se cruzaron durante 15 años. Lo editó Gallimard hace meses y el volumen, incluso como objeto, es una maravilla. Mil trescientas páginas, con índice de nombres incluido, que son pura epifanía de emociones. Delicado, tierno al tacto, y de contenidos marcados por rotundos Mon cher amour, Mon amour chéri, Je t’embrasse, encore, ma nuit, mon amour..., un libro imprescindible para todos los que amamos la gran literatura, especialmente esa que pervive incluso sin los afectos del público masivo, la que es en sí misma, clásica e inmortal. Son 865 misivas que relatan, mejor que cualquier novela, el amor y deseos que la actriz coruñesa y Camus abrigaban. Eran amantes, también cómplices. Ella, coruñesa hija de Casares Quiroga, se fue a París tras el golpe franquista de 1936, tenía 21 años cuando conoció al maestro. Él, 30. El matrimonio del escritor no impidió su relación y solo un accidente de tráfico pudo truncarla. Albert Camus tiene una calle en A Coruña, cerca de la Domus, rozando el mar con la yema de las piedras. Fue una iniciativa de un buen alcalde, Paco Vázquez. Me pregunto qué pensará de A Coruña por él soñada, con alguna sombra, pero plena de luces y cosmopolitismo y relevancia. Me lo pregunto cada vez que leo uno de los desmanes de la Marea coruñesa que, curiosamente gracias al partido en que militó tantos años Paco Vázquez (PSOE), gobierna una de las ciudades más bellas de Europa. Lo digo sin apartarme un ápice de lo que yo considero necesario para que la belleza exista... y todo lo tiene A Coruña. La ciudad que antes salía en los periódicos, por ejemplo, por dedicar una calle a Albert Camus, hoy aparece por culpa del disparatado Gobierno de la Marea. 

La última aparición estelar en la prensa es anecdótica. Una más, simplemente. ¿Se imaginan que sucediese algo similar gobernando el Partido Popular la ciudad? ¿Que a un «artista» se le ocurriese defender a alguien, de derechas, encarcelado por saltarse leyes fundamentales para la convivencia? Les cuento: en el Teatro Colón, ahora de gestión municipal, unos padres abuchearon al protagonista de una sesión infantil. Se llama Pep Bou y quiso dedicar la función para niños a «mis amigos que están en prisión por defender sus pensamientos políticos». Es una anécdota, como dije arriba, pero es también la definición exacta de lo que viene sucediendo en A Coruña en los últimos años: disparate tras disparate. Se dejan los presupuestos sin ejecutar, se compran pisos a amigos, se practica un sectarismo cultural como nunca antes se había visto en una ciudad tan abierta como esta. La ciudad que dedicó una calle a Albert Camus no lo merece.