Vox, un machismo inaceptable

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Julio Muñoz | EFE

03 ene 2019 . Actualizado a las 07:48 h.

Si el Partido Popular y Ciudadanos ceden a las pretensiones de Vox sobre la violencia de género, la igualdad de la mujer y los derechos de los colectivos LGTBI, habrán consolidado la llamada «alianza de las tres derechas», pero se habrán arruinado como formaciones políticas. Podrán gobernar Andalucía, pero se pueden despedir de la gobernación de España. Y algo peor: habrán demostrado que quieren el poder a costa de lo que sea, sin ningún tipo de solidez política, intelectual ni ética.

Por eso creo que no cederán y mantendrán el pacto firmado, a pesar de la increíble línea roja marcada por Vox y a pesar de que esa decisión obligue a la repetición de elecciones. Rechazar la condición de Vox es la única actitud decente, salvo rectificación del partido de Abascal. Ciudadanos y personalmente Albert Rivera es el más obligado a hacerlo, después de asegurar que rompería el acuerdo con el PP si este partido renunciaba o modificaba uno solo de los 90 puntos de su acuerdo de gobierno.

Vox es consciente de la importancia de sus doce escaños en el Parlamento andaluz. Sabe que sin ellos no es posible la formación de una mayoría, tanto para la investidura de Juanma Moreno como la gobernación diaria, porque PP y Ciudadanos suman 51 votos y la mayoría absoluta es de 55. En los primeros momentos pareció que daría su apoyo a la coalición sin contrapartidas, porque su aspiración básica era desalojar al PSOE de San Telmo, pero decidió utilizar su peso para hacerse valer. Y por el momento no se fijó en los grandes asuntos como la devolución de competencias al Estado. Se fijó en el más sensible, como si de verdad quisiese impedir un gobierno conservador. Y empiezo a pensar que lo quiere impedir, porque sabe que su exigencia no puede ser aceptada por ningún partido con una mínima sensibilidad social.

Oponerse a medidas como un pacto contra la violencia de género y su dotación presupuestaria, la igualdad salarial de la mujer, el aumento de su representación en la dirección de las empresas o la educación en igualdad no es que sea de extrema derecha. Es de un machismo insolente e inaceptable, propio de otros tiempos de la historia, por mucho que vistan su actitud como una lucha contra la «dictadura de género» o contra la imposición de un sexo sobre el otro. La busca de la igualdad y la protección de los más débiles nunca pueden ser contrarias a la Constitución, como los dirigentes de Vox dicen en sus primeros comunicados. Supongo por ello que terminarán rectificando. Si no, ya no hace falta que la izquierda descalifique la alianza de la derecha. Ella sola habrá demostrado que no puede existir. Y, si hubiera que repetir elecciones, el pueblo andaluz ya sabe a quiénes no debe elegir.