Loureiro

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

08 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En días como estos, postelectorales, de ruido y furia, de venganza y resentimiento, días en los que hay que jugar las finales de fútbol en otro continente y poner un océano por medio de dos aficiones, días en los que no sabemos celebrar la increíble historia de éxito que han sido los últimos cuarenta años de este país, en días así, digo, me pongo a leer a Ramón Loureiro, que acaba de sacar su última novela -Al Rey de los Ángeles (Hércules Ediciones): dice que ya no escribirá más, pero solo él lo cree-, porque en los territorios de Loureiro, encuentro paz y sentido.

Muchas personas y muy relevantes ven en Ramón un escritor excepcional, de esos pocos capaces de levantar rascacielos literarios sobre los fundamentos rocosos de una tierra -su Escandoi- y una cultura que, de tan verdaderos, parecen mágicos a este mundo sin agarres, perplejo, olvidadizo o sin memoria, desconcertado en lo fugaz, acelerado. Quizá por eso, Ramón Loureiro recurre a una prosa de frase larguísima, cuidadosamente articulada, prolija, en la que incisos y subordinadas transportan muy a menudo el mensaje principal, envolvente como la niebla espesa que empapa al desprevenido y que, para cuando se da cuenta, ha terminado la frase y la página habitando ya en Escandoi. Esa cadencia lenta, parsimoniosa, sintoniza mal con la velocidad de nuestras máquinas, con el consumidor necesitado de acción trepidante, de que pasen siempre cosas, de un muerto por párrafo, y eso que en las novelas de Ramón no escasean precisamente los muertos, pero son muertos que no se llevan. La de Loureiro no es literatura de fácil trasiego, exige al lector, pero también le da mucho. Por eso quedará para siempre.

@pacosanchez