Los ojos muy abiertos. La frente bien alta. Sobre todo, sobre todo esa sonrisa en la cara. A pesar de todo. A pesar del directivo que dijo que una mujer en su proyecto no cuadraba. A pesar de que a pesar de tus éxitos, te definan como hija, esposa y madre. A pesar de que cuando empezaste en el rugby, no lo contaste. Y aunque seas campeona de Europa, pocos lo saben. A pesar de que los modelos tóxicos de masculinidad sean los imperantes. De que tristemente, haya calado la palabra feminazi. Y haya que lamentar una reacción de una violencia inusitada cuando lo único que pides es que de una vez seamos iguales. Aquí estamos. Quizá no seamos millones, pero somos bastantes. Nosotras también trabajamos con palabras. Y hacemos titulares. Lo que era un rumor en las redacciones, se ha convertido en la necesidad de organizarse. Las olas son efímeras. Por eso hay que comenzar a cabalgarlas cuanto antes. El 8 de marzo comenzó a formarse un tsunami. Millones de mujeres gritando basta ya en las calles. Las periodistas también. A veces hay que parar un momento para forzar velocidades. De aquella pausa, esta asociación. La que ayer escogió Santiago para presentarse. Hace cien años las sufragistas inglesas gritaban hechos, no palabras. Reclamar derechos nunca ha sido gratis. Bienvenidas Xornalistas Galegas. Ha llegado el momento de reclamar hechos. Y también palabras.