May, a punto de estrellarse

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

10 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

No podía haber mejor metáfora del fracaso de Theresa May a la hora de articular una salida de la UE para Gran Bretaña que la dimisión en julio de su ministro de Exteriores Boris Johnson y, ahora, la de su ministro de Transportes Jo Johnson. Ambos son hermanos, pero el primero es uno de los principales defensores del brexit y el segundo es partidario de la permanencia en la Unión. Y, sin embargo, ayer los dos se intercambiaban encomios, literalmente fraternales, por sus respectivas decisiones. Los dos coincidían, desde los dos extremos opuestos del debate, en que el «plan Chequers» de la primera ministra es peor que quedarse en la UE o que irse de ella sin acuerdo.

Cuando los extremos se tocan, a veces es porque tienen razón. Efectivamente, el plan de May es un complicado mejunje, un compromiso casi imposible entre quedarse e irse, un irse sin marcharse del todo, un quedarse a medias, un enjuague. Y se entiende por qué: May es una «remainer», una partidaria de permanecer en la UE a la que le ha tocado hacer lo contrario de aquello en lo que cree. Quienes votaron a favor del brexit -y hay que recordar que fueron la mayoría de los británicos- tienen motivos para ser suspicaces y quizás pronto los tengan para sentirse traicionados. La impopularidad del brexit en la prensa británica y en el resto de Europa hace que se ignore este ángulo de la cuestión.

Sea como sea, pronto se dará la batalla final. Por un lado, están May y sus europeístas disfrazados de pro-brexit, que intentarán imponer su «plan Chequers». Frente a ellos, los auténticos partidarios del brexit en el partido conservador (David Davis, Boris Johson) harán lo posible por que caiga May, o por lo menos para tumbar su plan, aunque esto suponga una salida desordenada de la UE sin acuerdo. Muchos en ese campo empiezan a considerarlo la mejor salida, por pura desesperación, otros por verdadera convicción de que lo que se necesita es una catarsis. Pero este es un bando que no está suficientemente organizado en un partido todavía controlado por May y los suyos, que podrían incluso contar con el apoyo de algunos laboristas.

Estos últimos son el tercer elemento en liza. Su confusión es incluso mayor que la de los conservadores, aunque su parapeto en la oposición les permite disimularla mejor. Sus bases están divididas, aunque la mayoría se ha vuelto pro-europea, más por reacción que por convicción. Pero su líder, el radical Jeremy Corbyn, es secretamente pro-brexit y juega al despiste. En todo caso, los laboristas han visto en el caos que atenaza a los conservadores una oportunidad para llegar al poder. En reuniones discretas le piden a la UE que no ceda en nada ante May para ponérselo más difícil y forzar una crisis que la obligue a convocar elecciones. Qué sucederá, lo veremos. Ayer, cerca de Bruselas, la caravana de coches en la que viajaba Theresa May tuvo un accidente. Simbólico. Quizá sea un presagio.