Cataluña lo contamina todo

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Susanna Sáez

28 oct 2018 . Actualizado a las 10:00 h.

Es lo único que han conseguido: contaminarlo todo. La letra retocada de la canción, aunque lo de Cataluña no va precisamente de mezcla, dice así: «Contamíname, mézclate conmigo que bajo mi rama tendrás república». Pero no una república más, no, la república perfecta es la que llegará a tierras catalanas. Ayer el aniversario de la proclamación de la misma fue tan surrealista como la jornada aquella.

Torra aprovechó la fecha para hacer lo que mejor le sale: echar leña al fuego, minar el territorio español desde Roses hasta Tortosa. ¿Puede ponerse uno solemne para amenazar con parar Cataluña? Sí, puede. Torra lo hace. Lean: «Quim Torra amenaza con paralizar Cataluña si el Supremo no absuelve a los independentistas procesados». Así de sencillo.

Pero es que mientras él convertía una vez más los discursos en artilleria pesada y en provocación al Estado, pasaban algunas cosas en ese período de transición que Torra llama al tiempo «entre la declaración de independencia y su realización efectiva». Sucedió, por ejemplo, que el partido liberal europeo expulsaba al PDeCAT por su historial de corrupción. La formación ha aprobado la salida de los nacionalistas catalanes por una amplia mayoría de votos. Es curioso. Leída esta decisión en el catalán de Torra será traducida así. El partido del que formaba parte el PDeCAT votó declararse franquista, como el Estado español del 2018 y como todo lo que les persigue. La medida no tiene precedentes, pero, como les decía, los liberales europeos son hijos de Franco y la dictadura, como toda la España democrática desde la transición. El que no es secesionista es franquista. La expulsión sucedía en Bruselas a pocos kilómetros de Waterloo, desde donde intervenía Puigdemont, cómo no por videoconferencia, para bendecir la creación de un nuevo partido nacionalista: La Crida Nacional per la República. Menuda jornada. La Crida que por cierto nacía dividida, con el único respaldo de los más fieles a Puigdemont. Nada de hacer chistes fáciles de españolistas fascistas con Waterloo, Napoleón y el fugado. Todo muy increíble, con un secesionismo que cada día que pasa tiene más tribus.

Pero por el otro lado no hay motivo para celebrar. Llega la España Constitucional totalmente quebrada tras aplicar juntos el 155. Sánchez le ha retirado la palabra a Casado, como si en algún momento se hubiesen entendido en algo. Casado gira hacia Aznar y es más de derechas que el jefe de Vox. Y Rivera, siempre con esa efervescencia naranja que le caracteriza, no para de hacer caja en votos con su teoría de que cuanto peor en Cataluña, mejor para mí. Con el escenario electoral que se nos viene encima, este caos continuará como un villancico de navidad de esos que se repiten y se repiten para que se cumpla la única máxima demostrable en política española: Cataluña lo contamina todo.

Es una pena que hoy el clásico no se jugase ya en la nueva república perfecta, entre el Barça y el Mollerussa, con sus 150 socios, en la Primera Regional de toda la vida, que es la que les correspondería.