La prostitución y el cinismo

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

03 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

No es politicamente correcto escribir de ello. Ni en un sentido ni en otro. Abolicionistas o legalizadores tienen la misma mala fama. Lo mejor es mirar para otro lado. Saber que prevalecen y cruzarse de brazos: porque siempre han existido y siempre existirán hetairas y mesalinas. La historia de la literatura, por ejemplo, está preñada de rameras. Desde la más grande de todas ellas, que fue la Celestina, hasta la Delgadina que como un espectro caminaba en Memoria de mis putas tristes, probablemente la peor de todas las novelas de García Márquez. Yo creo que no pudo escribir el genio colombiano un texto tan flojo desde la estilística, tan obvio desde la preceptiva, y tan vulgar en sus contenidos. Pero a los genios, aceptando que haya sido Gabo su autor, hay que consentirle todo. Y yo lo consiento, faltaría más. Un hombre que ha escrito tanto y tan bien como García Márquez puede perpetrar una fruslería como esa novelita senescente y laxa.

El tema, las putas. Desde el Satiricón de Petronio forma parte de nuestras vidas: el arte. Picasso se fue con ellas para mostrarnos la cara oculta de su pincel de maravillas y Kafka, adepto y adicto, desdibujó sus maneras para tergiversar (la prostitución es una tergiversación) alguno de sus personajes. No voy a teorizar sobre el asunto. Para qué. He leído muchas novelas de putas y en mis novelas las putas son asunto fulcral. No soy ni más ni menos feminista (que lo soy) por ello. Se trata en este artículo de la hipocresía del mundo que habitamos. El mundo político muy en particular. Que siempre, sea derechas o izquierdas, no ha querido observar la realidad: la prostitución existe. Y no solo existe, mueve cantidades ingentes de dinero alegal. Convive a nuestro lado de forma absolutamente natural. Crece, decrece, inventa y se reinventa. En un pueblo como el mío es una triste realidad que se multiplica día a día. Se crean negocios en pleno centro de Verín con camas incorporadas. Y nadie hace nada. Son polos de atracción de lumpen, delincuencia, desasosiego, que habitan un limbo legal que produce vergüenza ajena. ¿Cotizan a la Seguridad Social? ¿Las «trabajadoras», como así se declaran, tienen derechos? Si su actividad es ilegal, que la persigan e intenten eliminarla. Si no, hagan algo por situarla bajo el imperio de la ley. Por la salud de las mujeres que se dedican a esta actividad y por la salud de la sociedad. Pero no sean cínicos, señores políticos. Ustedes, de derechas o izquierdas, esconden la cabeza bajo el ala cuando alguien trata de abordar este asunto. El sindicato OTRAS (Organización de Trabajadoras Sexuales) es simplemente una anécdota que ha puesto en medio del debate social, y político, a la prostitución. El PSOE se ha vestido de nuevo con la capa de la hipocresía. Cuando pase la tormenta del sindicato de meretrices, seguirán mirando para otro lado. Legalicen. O ilegalicen y persigan. Lo demás es infame cobardía.