22 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.
Emprender, porque se quiere, se puede o se desea, es una cosa muy sana. Hacerlo porque no te queda otra, porque no hay quien te emplee, porque no hay puesto para tu formación, suele ser una solución fallida. Pero estos últimos años no le ha quedado otra a muchos. El tejido empresarial gallego, ya dominado por las micropymes, se encoge hasta el extremo de que la mitad de sus empresas tienen un único empleado: su dueño. Construir un país con esa base es peligroso, revela una profunda debilidad y deja a Galicia poco preparada para la siguiente crisis. Que yo no sé cuando, pero que llegará.