Y el Gobierno «bonito» se esfumó

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

FERNANDO ALVARADO | EFE

03 ago 2018 . Actualizado a las 09:02 h.

Nada es tan imprevisible como la política, pues nada avanza a más velocidad. Si a principios de junio, recién celebrada la toma de posesión del Gobierno salido de una moción de censura atrabiliaria, alguien le hubiera dicho a Sánchez, feliz por haber conseguido colarse por la puerta trasera en donde no había logrado entrar por la principal, que iba a entrevistarse en la Moncloa con un líder del PP nueve años más joven y recién elegido por amplia mayoría, el renacido dirigente socialista habría abierto los ojos como platos.

Menos crédito aún hubiera dado Sánchez a quien entonces le augurase un acelerado deterioro de su presidencia y su Gobierno. Aquel que, refiriéndose no sin sorna a la positiva impresión social que suscitó, Xosé Luis Barreiro calificó aquí de «bonito» y «muy lucido».

Comenzando por Sánchez, y salvo una entrevista amañada en TVE, el presidente sigue desaparecido ¡dos meses después! de haber llegado al cargo, incapaz por lo que se ve de dar la cara para explicar su giro radical respecto de lo prometido en la censura y quizás abochornado por la absoluta soledad en que lo han dejado los socios que lo llevaron al poder. Sánchez censuró a Rajoy para dar estabilidad a España y el resultado está a la vista: un Ejecutivo a la deriva.

En cuanto a sus ministros, el fiasco se resume en un frase: el Gobierno «bonito» se esfumó. Un fiasco vergonzoso para hacerse con RTVE de un modo partidista nunca visto; un equipo económico que tendrá que gobernar en el 2018 con los presupuestos del PP y en 2019 con su techo de gasto; una negociación con el secesionismo catalán en la que Torra arrasa a Batet por 4 a 0: contacto bilateral con los independentistas al día siguiente de su negativa a asistir con las demás comunidades al Consejo de Política Fiscal y Financiera, reunión en Barcelona como si Cataluña y España fuesen dos Estados, puesta en marcha de las comisiones bilaterales prevista en el Estatuto y culminación de unas supuestas transferencias aún pendientes. Y todo a cambio de ¡nada!, pues Torra no se baja de la burra de la república catalana independiente. Y en medio del desbarajuste, el ministro de Interior proclamando que todo está controlado a pesar de una crisis inmigratoria formidable agravada por la demagogia del Gobierno.

Es en este panorama de desgobierno en el que hay que situar la reunión ayer de Sánchez y Casado. Los intereses del país exigirían algunos grandes acuerdos (al menos sobre inmigración y Cataluña), pero es muy dudoso que más allá de las buenas palabras sea posible que a quien ha decidido gobernar con Podemos y los partidos golpistas catalanes le quede espacio para pactar con el PP. Y es que no se puede estar en la procesión izquierdista y repicando para que vengan en tu auxilio los mismos que, con el apoyo del populismo radical secesionista, has desalojado de mala manera del poder.