Coños

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

GABRIEL BOUYS | Afp

10 jun 2018 . Actualizado a las 13:28 h.

Dos de los acontecimientos políticos más inesperados de esta democracia se zanjaron con un coño. El primero lo voceó Antonio Tejero pistolón en mano y tricornio en ristre minutos después de tomar el Congreso y hacerle la zancadilla a Gutiérrez Mellado en una de las escenas más chuscas y bochornosas de nuestra historia.

El otro salió el lunes de la boca de Rajoy y fue como el epitafio de su legislatura, ese «que alguien pare, coño» con el que trató de atajar los aplausos de sus todavía subordinados pero que sonó al lamento agónico de quien está siendo estrangulado por los suyos. Para el PP, Pedro Sánchez es un Deus ex machina, ese personaje que el guionista se saca de la manga para resolver una trama fallida y que desploma la credibilidad de una historia; a ellos, este súbito giro dramático los ha dejado con el rigor mortis al aire.

Los dos, el de Tejero y el de Rajoy, fueron dos coños clásicos, decimonónicos, invocados por dos hombres distintos con sintaxis convergentes hacia un mismo tipo de vocablo, el coño convertido en interjección asexuada, el coño de puro y soberano.

En parte, Rajoy se ha encontrado deslizando ese taco perplejo y derrotado, esa palabrota que remite al sexo femenino, por haber subestimado a los millones de mujeres que salieron a la calle el día 8 de marzo y que reclamaron la reasignación semántica del coño para que esté allí donde debe estar y no donde ha estado todos estos años. El «que alguien pare, coño» está en el frontispicio de una templo cerrado por aluminosis, aunque Rajoy lo soltó como una agregación involuntaria que tuvo mucho de lapsus psicoanalítico. Sonó a punto final y anticipó un párrafo nuevo, con más mujeres tratadas como ciudadanas y no como piezas ornamentales o como asistentas o como figurantes. ¡Coño!