No creo en la nueva política. Podemos y sus mareas son incapaces de gobernarse a sí mismos, ¿cómo van a gobernarnos a todos? Ciudadanos es eterna promesa: fuegos de artificio. Creo en la bondad del bipartidismo, pese a sus taras, y considero que lo peor que le ha podido pasar al PSOE es encumbrar a Pedro Sánchez, que ha hecho del no su vocación de Estado. Una pena. Porque este país ha mejorado cuando caminó con los dos grandes partidos de la mano: los pactos, patentes o latentes, y el consenso en lo fundamental. Sé que lo políticamente correcto conmina a lo contrario. Señalar que socialistas y populares son lo mismo es el signo inequívoco de la progresía. ¿Qué han hecho por España los progres? ¿Y por Galicia? Nada. Nunca.
Dicho lo anterior, voy al comunicado de ETA. Alguien tendrá que elaborar una tesis doctoral sobre su semántica y morfología. Sobre su gramática, en suma. Los muertos no tienen categoría si son españoles. El perdón es selectivo y excluye a los que tenían que ver con el «conflicto». Su recuerdo nos retrotrae al Guernica. Su arrepentimiento es ninguno. Nos queda el dolor. Y mirarlo de cerca (porque esto sí que es en verdad memoria histórica) nos hace mejores. Nos ennoblece. ¿Recuerdan a Miguel Ángel Blanco? Fueron las manos blancas quienes expulsaron a ETA del papel benefactor que muchos aún le suponían. Y fueron las fuerzas del orden y los jueces, la ciudadanía, y la unión inequívoca de los dos partidos mayoritarios quienes la derrotaron. Por eso hoy quiero escribir para militantes y cargos, socialistas o populares, una sola palabra: gracias. Por la libertad.