(Mala) influencer

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

09 abr 2018 . Actualizado a las 07:55 h.

Oh, no. No es que haya muchos haters. Es que hay una nueva especie. Que no es de este mundo. Tampoco le interesa. Creerse un dios el glamur es lo que tiene. Que uno se mete en bañeras en el mismo lugar en el que la sequía ha agrietado hasta las paredes. Y reparte gafas de sol a pequeños que no tienen acceso a servicios básicos. Que apenas conocen el alfabeto. Que desconocen que es eso de los eventos y las colaboraciones, pero el hambre y la sed poco menos que la llevan en los genes. Oh, no. No es que haya muchos haters. Es que uno no puede subirse al carro de la lucha contra el acoso porque está de moda, porque da visitas. Porque conviene. Porque el abuso sistematizado no es una tendencia, ni #MeToo una marca con la que hacer acopio de billetes. Porque hay mucho trabajo, mucho esfuerzo, entre los que gestionan hoteles. Porque no es de recibo creerse con derecho a reclamar vacaciones y menús degustación gratuitos cuando se alcanzan un puñado de followers. Hace tiempo que se nos ha ido de las manos. Que los valores han dejado paso a modelos del tanto tienes, tanto vales. Tanto eres. Y no, que no se equivoquen. Esto no va de haters. Va de (malas) influencers. Que presumen de no haber terminado la enseñanza básica, porque no es un requisito para vivir de publicar en las redes. Y que cuando la realidad los abofetea, no recapacitan. Sacan a pasear el tema de los haters.