Lamebotas

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CON LETRA DEL NUEVE

OPINIÓN

24 mar 2018 . Actualizado a las 09:34 h.

Me lo contó en una entrevista Guillermo Cabrera Infante. En la literatura solo hay dos modelos posibles de escritor: el disidente y el complaciente con el poder. No hay término medio. Cabrera Infante recordaba dos ejemplos paradigmáticos: el de Catulo, que se dedicó a escribir poemas realmente denigrantes contra nada menos que Julio César y su jefe de ingenieros y tesorero, Marco Vitrubio Mamurra (al que tenía una especial tirria por su afición a saquear países ajenos); y el de Virgilio, amigo de Augusto, para quien compuso la Eneida, en honor de su recién creado Imperio.

Me quedó grabada la palabra que empleó el fabuloso narrador cubano para describir a Virgilio. Le llamó lamebotas. Ni más ni menos. Y él, que en solo unos años padeció sucesivamente las dictaduras de Batista, Castro y Franco, sabía de lo que hablaba cuando se refería al antiguo y cada vez más perfeccionado arte de succionar botas. Lo había contemplado con demasiada frecuencia en La Habana y en Madrid.

No me atrevo a reproducir aquí ni siquiera un fragmento del poema LVII, que Catulo dedica con saña a los presuntos amores homosexuales de Julio César y Mamurra. Porque me temo que habría tantos ofendidos virtuales -desde el colectivo LGBTQIA hasta los tifosi de la Roma- que las mismas redes sociales que con tanta alegría trafican con nuestras vidas para orientar nuestros votos y nuestras compras lincharían primero, y censurarían después, unos versos del siglo I antes de Cristo.

Tal vez lo que pasa es que César era grande de verdad y no se detenía en pequeñeces como las diatribas de Catulo, y los poderosos de ahora, en cambio, nos han salido más cursis y blandengues que Hello Kitty. Por eso solo quieren lamebotas a su alrededor.