Francia y el nuevo terror

José Julio Fernández Rodríguez ATENTADO YIHADISTA

OPINIÓN

24 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2001 me encontraba de estancia de investigación en la Universidad de París I. En la capital gala me llamó la atención ver, en varias ocasiones, cómo mujeres musulmanas caminaban dos pasos detrás de su pareja masculina. Saqué este tema en un par de debates con colegas de dicha universidad y, en líneas generales, no se censuraba tal práctica con base en lo positivo que resultaba, decían, la multiculturalidad. ¡Cómo nos hemos equivocado! La multiculturalidad ha fracasado. Lo que debería haber exigido la sociedad francesa es otro concepto, el de interculturalidad, para que las exigencias democráticas permearan a cualquier cultura y establecieran líneas rojas infranqueables. El valor de integración tiene más densidad constitucional que la idea de separación. En realidad, la verdadera cultura solo puede ser la cultura democrática, lo que exige el cumplimiento y respeto de los derechos humanos previstos en las constituciones y en el ordenamiento internacional.

Por ello, es más útil para nuestra convivencia la secularización de la cultura musulmana que medidas de fomento de interpretaciones moderadas del Islam. Por ejemplo, es imprescindible que se acepte sin tapujos el derecho a cambiar libremente de religión (art. 18 Declaración Universal de Derechos Humanos) ¿Es imposición occidental? No, es una manifestación de la dignidad humana. Ni los musulmanes moderados reconocen la libertad de la apostasía. La regulación social la deben establecer los poderes públicos democráticos, no concepciones medievales que confunden derecho y religión.

Nuestros vecinos tienen en la actualidad dos fenomenales problemas, que conforman el terreur del siglo XXI. Uno es el elevado número de radicales que tienen dentro de sus fronteras, lo que se conoce y está estudiado, pero a lo que no se encuentra verdadera solución. El radicalismo islámico es el que abastece el elenco del terrorismo yihadista. El adoctrinamiento contrario a occidente es cotidiano, tanto en Internet como presencial. Esto se sabe, pero la radicalización no mengua a pesar de que se invierten millones de euros en su lucha. La educación y el fortalecimiento democrático son las únicas soluciones que vemos, antes que las políticas securitarias. Contra estos radicales es más efectivo el profesor que el policía.

Neutralización

Y el otro gran problema que padecen es el de los retornados, o sea, lo que pueden hacer los yihadistas franceses que se habían alistado en el Daesh en Siria e Irak si regresan. En este tema las cosas las tienen más claras. Es un secreto a voces en el país galo que es mejor acabar con el yihadista en el extranjero que juzgarlo en Francia cuando retorne. Sus fuerzas especiales y su inteligencia se afanan en la labor de «neutralización» en el exterior.

Eso sí, no normalicemos el terror, aunque tampoco lo agigantemos de manera artificial. Simplemente (¿simplemente?) exijamos la verdad, información transparente y políticas públicas de largo recorrido que sean una respuesta contundente desde la defensa de los valores democráticos.

Contra los radicales islamistas es más efectivo el profesor que el policía

José Julio Fernández Rodríguez es director del Centro de Estudios de Seguridad. Universidad de Santiago.