El activismo de Ada Colau

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

19 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando era portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, presumía de hacer «vida de activista» desde el año 2001, es decir, desde mucho antes de que empezasen la crisis económica y, por supuesto, los consiguientes desahucios. Lo cual quiere decir que su vocación era anterior a la causa que luego lideró con gran dedicación y clara división de opiniones. Todavía no hace mucho, Ada Colau se negó a acompañar al Rey de España en la recepción oficial de los actos del Mobile World Congress (MWC) por la posición del monarca en la crisis secesionista. Pero sí fue a la cena oficial de bienvenida en el Palau de la Música y a la inauguración del Congreso. Porque la activista Colau es una experta en dar una de cal y otra de arena en la búsqueda de su nueva identidad de agitadora con gran cargo. Y en este sutil juego de equilibrios cifra el ejercicio de su función pública.

A este paso, Ada Colau acabará por oponerse a su propia oposición, porque no es fácil mantener los equilibrios de los que tanto presume. Todas estas sutilezas de una activista que ya no lo es, quedan solo en gestos vacíos para una galería que ni siquiera se preocupa de interpretarlos. Colau quiere estar en misa y repicando, y esto tiene su dificultad, como bien acreditan la tradición y el saber popular. Es su sello personal.

Pero Ada Colau no se rinde y sigue. «Velaré siempre por el respeto institucional, pero una cosa es el respeto institucional y otra la pleitesía», dijo para justificar su ausencia de la recepción oficial del MWC. Pocos días antes había recibido a las esposas de los líderes políticos independentistas encarcelados y aprovechó la ocasión para acusar al Gobierno español de «recortar y pisotear» derechos. Talmente. Y ahora se resiste a cumplir la sentencia que la obliga a reponer un busto del rey en el salón de plenos de Ayuntamiento. ¡Qué acumulación de astucias! Colau no se cansa de hacer equilibrios dialécticos con el objetivo de seguir con el activismo bien retribuido.

Y es que el patio se ha ido llenando de agitadores con vocación de vivir de la «reparación política». Porque, como debe ser, la voluntad popular manda, aunque no siempre acierte al hacerlo.