«¿Veláske, yo soy guapa?»

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

07 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En todos los ejércitos ha habido tropas mercenarias y aunque creo que en la soldadesca no ha primado la ilusión por defender las razones que motivaron las guerras -casi siempre reclutas forzosos por levas feudales o dictatoriales-, el último escalafón en la miseria bélica está ocupado por quien sirve a cualquier causa, aunque vaya contra la suya propia. En la Revolución Feminista -ese enorme cambio social que empieza a verse venir- se tienen identificados los trolls, los guerreros que creen y defienden la causa de la supremacía machista porque se sienten perjudicados, y personas que no se decantan por una causa o por la otra, se supone que porque no sienten que les afecte. En cambio, se habla poco o nada de las mercenarias que sirven a su dueño con más ahínco si cabe y con el aliciente placebo de poner en boca de mujer la ideología que este representa. En este tiempo de imágenes que construyen la realidad, aunque no la reflejen, esta estrategia se hace evidente y la huelga convocada para mañana en países de los cinco continentes, ha producido su aparición en tromba para hacer el trabajo sucio que otros procuran eludir. Llama la atención este síndrome de Estocolmo que demuestran mujeres de diferentes clases sociales, aunque es más fácil encontrarlas entre las más privilegiadas, para justificar lo injustificable. El caso es que encuentran una enorme repercusión mediática, inversamente proporcional a las que están en la otra orilla. Valgan como ejemplo declaraciones de figuras individuales que son repetidas hasta la saciedad y, si bien no por tener más foco, son más ni tienen más razón, se hace evidente la desproporción en la atención que se les presta cuando se contabiliza en segundos el tiempo que dedican los telediarios a informar de movilizaciones inéditas hasta la fecha como la que promovieron las mujeres gallegas el pasado domingo. La manifestación de Vigo fue impresionante y marca un hito para la historia. En ella participaron muchísimas mujeres, pero también hombres, una novedad que va camino de convertirse en normalidad porque cada vez son más las voces masculinas que cuestionan principios intocables hasta ahora e intentan comprender y compartir el cambio de paradigma que supone el feminismo. Algo tan sencillo como considerar a las mujeres en pie de igualdad con los hombres y que debiera ser fácil, pero ya se ve que no. Bienvenidos sean porque la humanidad completa la formamos ambos sexos y de lo que se trata es de que ninguno prevalezca sobre el otro. Mientras tanto, en la batalla que se está librando en el territorio mediático, siguen apareciendo rostros de mujer en las pantallas televisivas o en las páginas de los periódicos que recitan su jaculatoria rapera como la Menina que le preguntaba a su pintor aquello de «Veláske ¿yo soy guapa?».