¡Gensanta, nos hemos quedado sin Forges!

OPINIÓN

MANUEL

23 feb 2018 . Actualizado a las 07:33 h.

En el diccionario de la RAE, a cuyo engrandecimiento contribuyó Antonio Fraguas Forges con aportaciones como el vocablo bocata, uno de los neologismos salidos de su magín que andando el tiempo se convirtieron en palabras de pleno derecho, encontramos en la letra G el término genio para el que se nos ofrece la siguiente definición: capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables. Y complementa: persona dotada de genio. Pues bien, yo elevo una instancia a las autoridades lingüísticas para que dicha acepción luzca ilustrada con una fotografía de Forges; o, mejor aún, con uno de sus dibujos, puesto que las viñetas de Forges son más él que él mismo. Y es que le queda niquelado el traje de genio, siempre haciendo gala de una proverbial sabiduría en el terreno del humor gráfico desde aquel lejano día de 1964 en el que entregó a las prensas su primer chiste, filtrando la actualidad a través de su particular prisma y descomponiéndola en los siete vibrantes, luminosos y divertidos colores de su paleta.

Verdadero hombre del Renacimiento, incursionó con talento en el mundo de la televisión, el cine, la radio, la literatura... Un miembro de tan insigne hermandad, Leonardo da Vinci, pintó una sonrisa en el rostro de la Gioconda. Forges pintó una sonrisa en cada uno de los rostros de miles de lectores. Dueño de un estilo inimitable, trufado de esos palabros de su invención que incluía con tanta gracia en los bocadillos, unido a un grafismo originalísimo que marida perfectamente con el espíritu de su humorismo, hacen de él una de las figuras más prominentes del humor gráfico español.

El rotulador del maestro llora lágrimas negras. Nunca la tinta china fue tan negra como hoy. Se ha ido un gigante, aunque nos queda el consuelo de que los gigantes dejan una huella gigante. Recuerdo en este momento uno de sus maravillosos libros, Historia de aquí. Pues bien, don Antonio, usted ya es historia de aquí.