Somos un paraíso

César Casal González
césar casal AL ROJO VIVO

OPINIÓN

Ana Garcia

18 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni Hawái ni Bombay. Lo siento por la mítica canción de Mecano. Galicia es el paraíso. Es increíble que sea la penúltima comunidad, tras Extremadura, en atraer extranjeros. Solo se comprende desde la situación geográfica, periférica, y desde el materialismo poscapitalista en el que vivimos (la falta de trabajo). Ambos factores son claves para que Galicia y Extremadura estén a la cola de atracción, porque, hay que ser justos, Extremadura es otro paraíso de belleza. Pero vayamos con Galicia. Los filósofos y pensadores de referencia no se cansan de repetir que el elemento más apreciado en el siglo XXI será el silencio. El oro del futuro. Galicia es perfecta para ese requisito. Hay diez mil parajes únicos en los que iniciar una vida solitaria. Pero muy solitaria. Que se lo digan a nuestros mayores, a los que ni sus hijos vamos a ver a la casa familiar, la aldea. Ya nos fumamos los findes y no les llevamos a los nietos ni para la comida del domingo. Estamos mucho mejor en el atasco para volver a pasmar en el centro comercial, cuando de toda la vida desde niños sabemos que no hay como la aldea para pasmar. Los sociólogos insisten, sin embargo, en que las redes sociales y el uso y abuso indiscriminado del móvil van a acabar con nosotros. Pues en Galicia tenemos mil lugares donde la cobertura es casi imposible y, por si no fuera aislamiento suficiente, la velocidad a la que se navega por Internet es similar a la hipnosis. Trabajar en muchas zonas desde tu hogar, que es incomparable por la gozada verde y azul del paisaje en el que está inmerso, se hace entre difícil y muy difícil. Si alguien te observa delante del ordenador mirando la pantalla y sin teclear no es que estés en trance, o esperando una idea, o escribiendo por telepatía, no, es simplemente que tu Red está colgada y tú a punto de colgarte también. Pero estas pequeñeces no son nada para recuperar nuestro rural, bellísimo, y que la gente se instale a miles en el corazón de menta de Galicia. Son solo eso, minucias. ¿Por qué no va a ser posible montar un negocio y emprender sin las herramientas competitivas del siglo XXI? Qué más da. Lo que importa, dicen los que saben, es el talento. En Galicia tenemos lo que ahora se llama el aroma del tiempo. Aquí las horas no se escurren. Aquí cada minuto cuenta. Estoy totalmente de acuerdo. Pero cuando falta trabajo y tenemos a los sobrinos y hermanos en Londres no es ni por rechazo a la belleza del paisaje ni por lo mucho que amamos nuestra tierra: es solo por la falta de puestos de trabajo aquí en los que ganarse la vida con decencia. Lo siento por los filósofos. Pero, de momento, la belleza y el silencio no se comen ni pagan facturas. Y la cobertura es necesaria para un negocio del siglo XXI.