Portavozas, es carnaval

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

12 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los admiro y las admiro. A todos y a todas. Tanto y tanta alegría me proporcionan que estoy dispuesto, incluso dispuesta, a admitir que un cargo público puede convertirse en una carga pública. Son encantadores y encantadoras, otrosí las independentistas y los independentistos catalanes y catalanas, pero especialmente estos que no sabemos si son independentistas o independentistos y se llaman Podemos, aunque en realidad también pudieran denominarse Podemas. Los amo y las amo irremediablemente. En Galicia los hay que son varones y hablan en femenino para reivindicar derechos. Me uno a ellos, o tal vez a ellas, para cantar las excelencias de su humor en estos momentos en que los necesitamos. Y las necesitamos. Compañeras y compañeros, quizá habrá que preguntarse si realmente podemos (y podemas, reitero) llegar más allá en la perpetuación de la especie. El grado de inteligencia nos ha sobrepasado, como le sucedió al colorista Van Gogh, y ya solo nos queda cortarnos la oreja para certificar la cumbre. Y desaparecer. Ya no podemos ser más idiotas (e idiotos).

Ahora en serio, esta epidemia de estupidez comenzó con el peor presidente de la democracia. Lo he dicho muchas veces. Y vuelvo: Zapatero. Aunque hubiese creado millones de puestos de trabajo -esos que en realidad destruyó- o la economía creciese -esa que llegó a niveles nunca antes explorados- nadie hubiera podido hacerle tanto daño a un país en tan poco tiempo. Siete años fueron suficientes para convertir la patria de Cervantes en el figón donde se cocinaba la progresía más cutre de occidente. De ahí nació el podemismo, que es una derivación insurgente del zapaterismo. Y de ahí la epidemia de estupidez de la que hablaba arriba. No hay remedio. Convénzanse.

A mí solo me queda el alarido de esta columna para solicitar a la Real Academia Española e incluso a la Real Academia Galega (aunque mucho me temo que aquí no me van a hacer caso alguno) para que muden las reglas e inventen el femenino genérico. Yo me apunto. Diré las profesores y las alumnas y las niñas y las compañeras queriendo incluir al sexo masculino y al femenino. En tanto, portavozas, disfrutemos del carnaval.