Cataluña en el diván

Antón Costas DESDE CATALUÑA

OPINIÓN

Jaume Sellart | Efe

17 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Qué decidirán los votantes catalanes el 21D? En todo caso, ¿cómo gestionarán esos resultados las formaciones políticas que obtengan representación parlamentaria? ¿Veremos un nuevo gobierno independentista o uno constitucionalista? Nunca antes unas elecciones regionales habían generado tanta expectación e interés como provocan estas elecciones catalanas.

Ese interés no se manifiesta solo en Cataluña, va más allá. Estas semanas en cualquier conferencia o acto en los que participo a lo largo de toda España, sea cual sea el tema, el coloquio acaba girando sobre la situación catalana. Produce fatiga, pero es imposible escapar a esta cuestión. En todo caso, es una señal clara del interés que la cuestión catalana tiene para todos los españoles.

Pero ese interés va más allá de nuestras fronteras. Hace unos días, en un encuentro en Barcelona, el ex primer ministro francés Manuel Valls dejó muy claro que lo que sucede en Cataluña tiene una importancia fundamental para toda Europa. Lo mismo ocurre con el interés con el que la prensa anglosajona y norteamericana siguen los acontecimientos. Algo se juega en Cataluña que es relevante para todas las democracias occidentales. Es la tensión entre populismo y democracia liberal.

Pero dejando de lado las razones de este interés, vayamos a las tres cuestiones que abren este artículo.

¿Cuáles serán los resultados? Si siempre es atrevido hacer pronósticos, lo es más aún en las circunstancias en que tienen lugar estas elecciones catalanas. No es habitual que haya cabezas de lista electoral que estén en la cárcel o fugados. Además, muchas personas en Cataluña están como en el diván de los psiquiatras, dándole vueltas a sentimientos y aprehensiones. Su decisión no será sobre políticas ni preferencias ideológicas de tipo convencional. Es decir, sobre derechas e izquierdas. Se trata de metapreferencias. Es decir, de sentimientos y emociones, de frustración y de ira. En muchos casos, el dilema está entre votar a la CUP o a los «comunes». En otros, entre votar a «Ciudadanos» o «Socialistas». Solo a ultima hora decidirán que salida escogen a su particular encrucijada.

Pienso que no se producirán grandes desplazamientos de votos. Pero sí habrá deslizamientos que alterarán los resultados de anteriores elecciones. La frustración por el fracaso del procés puede llevar a algunos votantes independentistas a abstenerse en esta ocasión. Por otro lado, ahora están movilizadas muchas personas que en anteriores elecciones autonómicas no iban a votar. Este nuevo voto favorecerá especialmente a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que probablemente será la más votada, por encima de Puigdemont y de Junqueras. De ser así, sería toda una novedad política, de difícil digestión por parte tanto de los independentistas como de los comunes de Ada Colau y de Pablo Iglesias.

En todo caso, ¿cómo gestionarán esos resultados las fuerzas políticas que logren representación parlamentaria? Hoy por hoy, los datos que arrojan las encuestas anticipan una gran dificultad para formar gobierno. Los independentistas no tendrían ni votos ni diputados por si solos. Por su parte, los constitucionalistas tendrían los votos pero no suman diputados suficientes. Necesitarían el apoyo de los «comunes». Pero estos nunca investirán a Inés Arrimadas como presidenta de la Generalitat. En este escenario, el socialista catalanista Miquel Iceta podría tener su oportunidad.

Como se ve, lo mismo que les ocurre a los votantes, también los dirigentes políticos catalanes están en su diván dándoles vueltas a sus líneas rojas. El escenario poselectoral va camino de imitar el ya vivido en el parlamento español con ocasión de la fallida investidura de Pedro Sánchez y las dificultades que tuvo para lograrlo Mariano Rajoy. O como ahora ocurre en Alemania. Al final, los catalanes no son tan raros como a primera vista parece.