Puigdemont debería quedarse quieto

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

Rafael Marchante | Reuters

15 nov 2017 . Actualizado a las 07:22 h.

En las autonómicas del 2015 Cataluña se independizaría si ganaban Junts pel Sí y la CUP, por lo que en esos comicios no faltaron votos: el 77,44 % de participación del censo en aquellas elecciones niega la existencia de volúmenes ocultos de constitucionalistas que, expresándose ahora en las urnas, conseguirían más escaños que los independentistas. Porque es razonable suponer que el 21D aumentará la participación respecto del 27S, pero solo unos tres puntos o hasta alcanzar el 80 %. Lo que significa que PP, PSC, C’s y los Comunes pueden sumar unos cien mil votos más, pero repartidos entre cuatro contendientes y en cuatro circunscripciones, que son insuficientes para voltear el resultado en términos de escaños.

De hecho, las encuestas coinciden en señalar que PDECat, ERC y CUP sumarían al menos 68 de los 135 escaños. Por lo tanto, la convocatoria de elecciones en Cataluña solo trata de minimizar el tiempo de intervención de la autonomía o no responde a cálculo electoral alguno, aunque fía su suerte a la movilización de una mayoría silenciosa que no existe. Incluso votando un 80,4 % del censo seguiría ganando ERC (27,5 %), con 42 actas, mientras que el PDECat (12,9 %) conseguiría 19 escaños, que sumados a los 9 de la CUP (7 %) totalizan el 46,9 % de los votos válidos y 70 diputados de identidad nacional catalana. En el otro lado, Ciudadanos (17 %) rebasaría el umbral de los setecientos mil votos para lograr 24 escaños, seguido por su rival más directo en esta contienda, que es el PSC (14 %), con 17 actas, y más distanciados el PP (9,5 %), con 13, dos más que los Comunes, que consiguen 11 con el mismo porcentaje. Esto totaliza el 49,0 % de los votos válidos y 65 escaños que son contrarios a la independencia de Cataluña, y todos estos números son muy parecidos a los del 27S. Sobre la campaña, los autos de prisión de los líderes independentistas destruyeron cualquier planteamiento de diálogo, lo que supone una contienda en dos frentes que complica especialmente a Xavier Doménech con los Comunes. Sin embargo, Carles Puigdemont puede abrir este espacio si su candidatura, Junts per Catalunya, que camufla al PDECat, se presenta en formato UE, algo tan simple como el respeto a las mayorías y las soluciones negociadas; porque ocho de cada diez quieren referendo, pero seis de cada diez son contrarios a la unilateralidad en Cataluña y omitir cualquiera de los dos datos se sale de las normas de la zona. Si, por el contrario, Puigdemont plantea su candidatura como un plebiscito que nos legitimará y tal y tal y tal, resultará absurdo, porque ya está todo más que dicho, visto y aprendido y no aportará más que confusión y fracaso electoral frente a ERC. Debería quedarse quieto Carles Puigdemont, porque ya estamos en campaña y es exactamente al revés, el candidato a lo que le digan, no detrás de él.