Acoso general

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

04 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Si hacemos caso a las noticias, anda todo el mundo acosando y violando por doquier: hombres a mujeres, mujeres a hombres (menos, o menos denunciado), hombres a hombres y mujeres a mujeres. Si hacemos caso a las noticias, nos hemos vuelto unos salidos muy problemáticos, porque en la relación anterior comparecen niños y con mucha frecuencia, además: casi siempre como víctimas, pero también como agresores. Buena parte de las denuncias que han saltado estos últimos días provienen del espacio político y, sobre todo, del mundo del espectáculo. Pero quizá hayamos topado, en general, con el muro último de la hipersexualización de todos los aspectos de la vida, como si el sexo tuviera que ser el eje central de la existencia. Quizá la liberación sexual ha llegado a un extremo en el que ya se contradice, de modo que, después de abolir las normas convencionales, ha comenzado a montar una moral mucho más exigente y complicada en la que ya no caben ni los piropos. O incluso una moral nueva en la que, cuando conviene, se juzga al otro por la moral antigua. Quizá se trate, como dicen algunos, apoyándose en que muchas de esas denuncias son antiguas, de un cambio de valores no asimilado y mezclado con cierto tipo de feminismo.

No sé y no voy a meterme en la discusión. Me limito a dejar constancia de la perplejidad: en los ámbitos que presumen de una moral sexual más relajada, se producen más crímenes sexuales. Y en general, en las sociedades más liberadas y menos pudorosas, como han podido comprobar los suecos, el número de delitos de este tipo se dispara.

Lo peor es que siempre pierden los más débiles, los niños, los que están bajo el poder de otro y, sobre todo, las mujeres.