Machotes

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

15 oct 2017 . Actualizado a las 10:26 h.

Vista la lista, se deduce el poder que Harvey Weinstein acumuló en Hollywood. Y se valora el estruendo de las denuncias de decenas de actrices víctimas durante años de las babosadas y los delitos del magnate. Sensible para producir El discurso del rey, capaz de conseguir hasta 350 nominaciones a los Oscar, el hombre a quien la Streep concedió la categoría de dios abusó durante años de señoras con el silencio cómplice de una industria que sabía pero callaba. Weinstein se convirtió en un depredador sexual protegido por la manada, intocable a pesar de los gravísimos hechos que sus víctimas han empezado a denunciar. Acosadas que tienen los nombres de Angelina Jolie o Ashley Judd pero que podían tener otros, pues como ha precisado la descomunal Emma Thompson el caso Weinstein es solo la punta del iceberg de un sistema en el que poderosos y poderosiños del mundo siguen ejerciendo sobre las mujeres de su entorno un hostigamiento sutil o zafio, delictivo o perturbador del que no conseguimos librarnos y que apenas se penaliza, como demuestra la victoria de Donald Trump, uno de estos súper machotes. Entre la violación que denuncia la actriz Rose McGowan y las insinuaciones rijosas que ha tolerado cualquier mujer que comparta entorno laboral con hombres que se creen lo más, hay todo un catálogo de cositas abominables que incluyen chantajes, toqueteos, comentarios, miradas y ofrecimientos ultrajantes de jefes que usan su posición para arrebatar por la fuerza lo que nunca tendrían sin el blindaje de su puesto. Thompson habla de la crisis de la masculinidad de los machotes que Weinstein encarna con estrépito mediático aunque no haya que viajar a Hollywood para reconocer su ADN. Todos beben de la misma inspiración. Por eso es tan lamentable que se despida con indulgencia a la alcaldesa de Barcelona para que vaya a cuidar de su prole.