Climas extremos a ambos lados del Atlántico

Xavier Fonseca Blanco
Xavier Fonseca HISTORIAS DEL TIEMPO

OPINIÓN

07 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las consecuencias que produce el aumento de la temperatura media del planeta es un cambio en el ciclo del agua, ya sea por ausencia o por abundancia. Estos días, Galicia y Estados Unidos comparten la misma moneda, pero con diferente cara. En nuestra comunidad, la región más lluviosa de Europa, la falta de precipitaciones está provocando un auténtico desastre, sobre todo en el interior. La situación actual invita a preguntarse qué será del verde que colorea nuestra tierra si este es el futuro al que nos enfrentamos. Detrás de la sequía tan prolongada e intensa se encuentra un reforzamiento de las altas presiones de las Azores que han impedido el paso de las borrascas en invierno. Por si fuera poco, en verano han jugado un poco con nosotros. Quizá usted tenga la sensación de que los meses estivales no han cumplido con las expectativas generadas. Eso es porque el anticiclón se ha retirado lo justo para permitir que soplasen vientos del oeste, que dejan mucha nube pero escasas precipitaciones. Ahora estamos a su merced. Si en otoño mantiene la dinámica del último año lo peor no ha pasado.

Y mientras tanto, al otro lado del charco, los Estados Unidos del negacionista Donald Trump están sufriendo una oleada de ciclones que no tiene precedentes. La lluvia que suele registrarse cada año en Galicia, en situaciones normales, cayó en menos de cinco días en el estado de Texas. Eso vienen siendo unos mil trescientos litros por metro cuadrado. Nunca antes se había visto tanta lluvia en tan poco tiempo. El motivo es que el océano, como la atmósfera, también se está calentando y las aguas cálidas evaporan con mayor intensidad, favoreciendo que las precipitaciones adquieran un carácter torrencial. Durante la crisis del Harvey se midió una anomalía positiva de varios grados sobre la media en aguas del Caribe.

Ahora la nueva amenaza que ha nacido en nuestro vecino océano se llama Irma. A falta de conocer hasta dónde puede llegar la devastación, este huracán de categoría cinco ya es histórico. Se trata del ciclón más intenso que se ha formado lejos del Caribe y del Golfo de México desde que existen registros. Su evolución y trayectoria mantienen una incertidumbre alta, pero no se descarta en absoluto que impacte en la costa este norteamericana. El peligro para las zonas pobladas, además de los fuertes vientos sostenidos que alcanzan los trescientos kilómetros por hora, es la marea ciclónica, que puede alcanzar los cuatro metros y provocar grandes inundaciones en zonas costeras, como lo hizo en su día el Katrina.