Humildad y rebeldía

OPINIÓN

03 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No me puedo creer la tecno-idiotez de aquellos que ven al ser humano como un software ejecutado por un hardware. Me resulta flipante. No son solo los transhumanistas. En el fondo lo son también aquellos que ven las partes pero no el todo y piensan que, cuando hay un problema, con cambiar la pieza defectuosa ya está todo arreglado. Como esos médicos que ven la enfermedad sin ver a la persona enferma. Como esos oncólogos que se dedican todo el día a ver mutaciones para buscar respuestas objetivas, sin ver al ser humano que tienen delante, con su circunstancia vital, que va más allá del tumor que padece.

Por eso acepté entusiasmado el reto que me planteaban hace poco más de un año Paco Barón, Francisca Vázquez y Alexandra Regueiro: escribir una Bioética y Oncología. Todo un gesto de humildad y rebeldía por su parte, pues se hacían preguntas incómodas: ¿Por qué me hice oncólogo clínico? ¿Por qué me hice médico? ¿Y si el médico tuviera algo de sacerdote, de pedagogo y de gobernante, y no fuera un mero técnico que maneja hechos y cifras? Por eso, lo confieso abiertamente, he disfrutado y me he enriquecido tantísimo acompañando a estos tres oncólogos en la elaboración de este libro. Padecemos una ceguera fatal, nos dice Diego Gracia, que nos hace pensar que la salud y la enfermedad son cuestiones de hecho y no problemas de valor. Y esa desorientación conduce irremisiblemente al fracaso del acto médico.