Los intocables

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

26 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ojalá se cierren pronto los líos. Lo digo yo y no Rafael Catalá, el ministro, al que se le fue la mano de la generosidad al contestar con la misma frase a Ignacio González, el jefe del clan madrileño (cloaca máxima, escribí el domingo). No fue hace mucho el SMS. En noviembre del 2016. ¿Acaso el ministro de Justicia ignoraba lo que la justicia estaba de modo profuso investigando? No puedo entenderlo. ¿Por qué tanta condescendencia con un individuo tan despreciable? ¿Por qué contesta sus mensajes? Me produce una repugnancia moral que no acierto a describir en este momento. Cuando un alto cargo ejecutivo tiene la mínima sospecha de alguien, debe ignorarlo. Otros lo hicieron antes: Galicia y su presidente, una vez más, dieron ejemplo. Pero Madrid es Madrid. Y los intocables, esos que se codeaban con la rancia aristocracia y el poder económico, no podían ser repudiados. Qué asco, vuelvo a decir. Por creerse intocables, precisamente. Porque todos ellos se consideraban hijos de un Dios distinto al resto: ellos eran los dioses. González y su clan, especialmente. Antes hubo otros, recordémoslo. De Roldán a los que perpetraron los ERE andaluces. A ver si vamos a pensar que los corruptos solo anidaban en el PP. Esa es la consigna de algunos socialistas (Pedro Sánchez) y también de los inmaculados que aplauden el hambre que pasan los gallegos de Venezuela. Ellos, a su manera, también se creen intocables. Son los dueños de la verdad absoluta. Todos, sin excepción, me repugnan.