Nuevo líder, nuevo rumbo

Inés Rey García EL DEBATE

OPINIÓN

17 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay avances en los sistemas organizativos de los partidos políticos que, por su trascendencia democrática, aun siendo imperfectos, se revelan ya irrenunciables. Las primarias para la elección de cargos, tanto a nivel orgánico como político, modelo en el que el PSOE ha sido pionero, son uno de ellos. No obstante, se evidencian algunas deficiencias que tardaremos tiempo en solventar. No se puede obviar la ascendencia de los barones, el control de los aparatos, la influencia de las redes sociales y los grandes medios de comunicación o las intestinas luchas de poder que pueden inclinar la balanza territorial a favor de uno u otro candidato. Pero todos estos factores son inherentes al funcionamiento de los partidos políticos clásicos, de los que tampoco escapan quienes ahora se venden como nueva política. 

La elección del nuevo líder del PSOE genera un interés mediático y social innegable, alimentado por la abrupta salida de Sánchez el pasado octubre y la tortuosa travesía del desierto que vivimos desde entonces. Sin embargo, igual o mayor trascendencia para el partido tiene la ponencia política que se va a aprobar en el congreso ordinario de junio, donde se recogerán las líneas programáticas que marcarán el futuro del socialismo español, el marco ideológico en el que nos moveremos, y a la que deberán someterse y acatar quienes sean elegidos para dirigir la organización.

E igual importancia que el día D, la tendrá el día siguiente. El liderazgo político no se demuestra ganando elecciones internas, sino sabiendo administrar las victorias, uniendo y cohesionando a un partido ahora huérfano de líder y de rumbo, integrando a quienes piensan lo mismo pero de diferente manera, sumando al proyecto ganador a los que optaron por otra vía. En definitiva, un liderazgo fuerte, integrador, y no absolutista. Solo así se podrá recuperar la fortaleza y la confianza de los votantes.

Yerran quienes solo ven en este proceso una pelea por el poder orgánico, quienes pretenden crear división en el seno de una organización histórica utilizando las primarias como arma, quienes reducen el discurso a un maniqueísmo pueril y trasnochado, de conmigo o contra mí, de bases y dirigentes.

Dentro de un mes, aproximadamente un cuarto de millón de militantes socialistas estamos llamados a las urnas para elegir a nuestro próximo secretario general. No será solo una elección meramente nominal, la decisión que tomemos como militantes, todos por igual, tendrá una importancia decisiva en el papel que jugará el Partido Socialista en el futuro del país. La responsabilidad que recae en cada de uno nosotros es una responsabilidad orgánica, una responsabilidad con el partido y, sobre todo, con los ciudadanos, que esperan una respuesta a la altura del papel que históricamente ha tenido, el de un partido de gobierno, transformador de la sociedad, genuino en sus principios e innovador en sus ideas; el papel que debe jugar quien ha logrado los mayores avances sociales en la España democrática. Un partido autónomo, mayoritario y con vocación de gobierno, no plegado a tendencias recién nacidas ni sumiso a los dictados de otros.

Seamos, por tanto, responsables. Responsables con nosotros mismos y responsables con los ciudadanos. Lo necesita el PSOE y lo espera el país.