La más grande

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

17 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No era un hombre culto, pero era hábil apropiándose de los términos históricos que le gustaban para definir algunas de sus barbaries, como la guerra contra Irán, a la que calificó de segunda Qadisiya, en honor a la batalla en la que el ejército árabe musulmán derrotó al sasánida en el año 636, o la campaña de Anfal, término que hace referencia a los despojos de la guerra, con la que calificó el gaseamiento de los kurdos en los ochenta. Sin embargo, cuando antes del primer bombardeo de la coalición internacional sobre Bagdad, en enero de 1991, Sadam Huseín denominó al  enfrentamiento como la madre de todas las batallas, no se podía imaginar que más de 25 años después se utilizaría la expresión para la bomba que el jueves se dejó caer sobre unas cuevas en la provincia afgana de Nangarhar. La GBU?43 fue lanzada para destruir los túneles utilizados por los terroristas islamistas. A este proyectil, que EE.UU. considera el más grande jamás fabricado y cuyo acrónimo MOAB coincide con la expresión en inglés «Mother of all Bombs», no ha tardado en salirle un rival. Rusia ha alardeado de que posee el «padre de todas las bombas», más ligera que la norteamericana, pero con mayor potencia de explosión. 

Esta absurda competición entre quién la tiene más grande y, por lo tanto, es el más fuerte, va dirigida al consumo interno de EE.UU. para lograr el apoyo del electorado tan crítico con Trump, pero también es un órdago a Rusia, cuyos intereses internacionales chocan frontalmente y para cuyo debate es preciso posicionarse mejor. Lo de menos son los muertos afganos, sirios o iraquíes… Como siempre.