El «okupocio»

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

26 abr 2017 . Actualizado a las 16:28 h.

Unos amigos cuentan la siguiente historia: resulta que tienen un piso céntrico en A Coruña que hasta hace unas semanas ocupaba un miembro de la familia que falleció. Cuando fueron a vaciar la vivienda se encontraron con que habían cambiado la cerradura del portal -cosa extraña, ya que los dos pisos restantes del inmueble estaban vacíos-. Mientras forcejeaba con la cerradura, aparecieron dos enormes rottweiler que campaban por sus fueros dentro del inmueble; al poco salió una señorita informándoles de que allí solo vivían ellos con los perros y que la cerradura la habían cambiado por seguridad. Mi amigo se identificó y argumentó que eso no era cierto, que el tercero era suyo y hasta hace dos semanas vivía su cuñada. Sin más explicaciones, la mujer le dijo que llamara a su marido. 

El tipo en cuestión se disculpó diciendo que estaba en Madrid por temas de trabajo, pero que por la tarde regresaba y le daría una copia de la llave del portal caída la noche. Quedaron y le explicó tranquilamente que ellos había ocupado el edificio porque estaba vacío y que no pensaban irse de allí porque estaban muy a gusto y muy bien situados. Sin dar crédito, le pidió que encerrase a los perros, porque tenía que subir a su casa. Al abrir el piso se encontró la cama deshecha y una pota de lentejas en el fuego. ¿Pero quién ha estado aquí? -preguntó pasmado-. Ni idea -contestó el inquilino displicente-; a lo mejor se ha metido una amiga que estaba buscando un piso por esta zona.

Llamó sin más dilación a la policía para denunciar el hecho. La policía se personó y tras inspeccionar el lugar e identificar a la pareja okupa, le solucionó el problema de la siguiente forma: «Nosotros no podemos hacer nada; tiene suerte de que aún no le han cambiado la cerradura, porque entonces no hubiera podido entrar, sería un allanamiento de morada». Y con las mismas se fueron. Minutos más tarde, su abogado le ratificó la condena a sufrir esa kafkiana impotencia que te paraliza y encabrona.

El numero de okupas se ha multiplicado por siete en España en los últimos años y poco tiene ya que ver con la emergencia social o el desamparo; más bien se ha constituido en un pingüe beneficio para mafias y organizaciones delictivas que han hecho de la okupación un gran negocio. Por 500 euros, estos grupos les facilitan las llaves del inmueble y una vez dentro la única forma de echarlos es pagándoles una buena cantidad de dinero, con lo que el negocio les sale redondo.

¿A qué están los que tienen que legislar estas cosas? ¿A los pisos o a los Rolex?