Gente y flores

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

18 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces una frase te llega como un sopapo, aunque ni siquiera esté dirigida a ti. Ayer me ocurrió dos veces. Escuché, por ejemplo, «hay flores que no manchan». Un heptasílabo rotundo, sugerente, que me sorprendió. Quizá porque quien hablaba daba por supuesto que la mayoría de las flores manchan, algo que ni se me había pasado por la cabeza después de tantos años sobre la Tierra. Las flores manchan y se pueden encontrar ristras de consejos para limpiar los restos de según cuál. Se ve que les gusta que las admiren, pero llevan mal el contacto físico. Algunas también pinchan, pero eso sí que lo sabía. «Pero las que no manchan no huelen», dijo otro. Y seguramente es verdad, porque la reina de las flores pincha y huele y mancha. Como la vida, que si no pincha ni huele ni mancha no es vida, sino una alfombra sintética por la que hacemos circular una existencia banal y descomprometida. Como las flores de plástico, que no empochecen -como decía una niña- porque no se marchita lo que nunca vivió.

También ayer, en una reunión, alguien había dicho muy al comienzo de su turno de palabra: «La gente, y ya se sabe que cuando uno dice la gente es poca gente...». La frase revoloteó un rato por mi cerebro haciéndome cosquillas hasta que se transformó en carcajada, gracias a Dios no muy ruidosa. Me pareció una formulación humilde y sabia, un antídoto eficacísimo contra la demagogia. La gente es casi siempre la gente con la que trato o la gente a la que escucho o la gente que más me interesa. Y esa siempre es poca.

¿Imaginan cuántos personajillos con ínfulas quedarían desactivados al instante si cada vez que dijeran «la gente», pensáramos riendo: «Esa gente siempre es poca»?

@pacosanchez