Podemos no es un partido más

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

14 feb 2017 . Actualizado a las 08:34 h.

Resulta lamentable leer en prácticamente toda la prensa española los comentarios previos y posteriores al congreso de Podemos, en los que se normaliza a este partido y se analiza su debate interno equiparándolo al que pudiera registrarse en cualquier otra formación política. A base de insistir en amedrentar a los medios de comunicación con una persecución implacable a cualquiera que diga la verdad, Podemos ha conseguido ser tratado, incluso desde la crítica, como si fuera una fuerza política más y un partícipe homologable al resto en el juego democrático y parlamentario, cuando lo cierto es que no lo son, y que son ellos los primeros que presumen abiertamente de no serlo.

El asunto no es si Pablo Iglesias acapara el poder en Podemos o si Íñigo Errejón va a dejar de ser su portavoz en el Congreso. Ni siquiera se trata de si ha vencido la versión más radical del partido sobre la facción supuestamente moderada. Se trata de que Podemos es una organización, toda ella, que rechaza explícitamente las reglas de juego democrático que los españoles nos hemos dado; que ataca y repudia la Constitución y la Transición; que desprecia abiertamente el Parlamento como centro del debate político y que se considera por encima del bien y del mal y ni siquiera condena los actos violentos, porque para sus miembros no rige la misma legalidad y exigencia moral que ellos demandan al resto de partidos y ciudadanos.

Por si había dudas, el congreso que acaban de celebrar ha sido un excelente escaparate para comprobarlo. Los más aplaudidos en la asamblea fueron por una parte el exconcejal de Jaén Andrés Bódalo, encarcelado por agredir a puñetazos a un edil socialista, según consta en los hechos probados de la sentencia firme, y el diputado Diego Cañamero, al que el Tribunal Supremo ha abierto una causa por coaccionar a los trabajadores de una finca llamándolos «fascistas e hijos de puta» por no querer sumarse a la huelga convocada por él, causando además destrozos en esa explotación, y que asegura que no irá al juicio porque él es «insumiso judicial». Ambos, Bódalo y Cañamero, son declarados un «ejemplo moral y ético» por Podemos. El otro gran héroe de Vistalegre II, ascendido a la dirección, fue el anticapitalista Miguel Urban, que tras el atentado yihadista en París en el que murieron 137 personas, aseguró que la culpa es de nuestra sociedad, que ha «fallado» a «mucha gente que no ve otra salida que inmolarse».

Está bien que Podemos decida si quiere ser más o menos radical, pero si pretende participar en el juego político debe empezar por aceptar las normas de la democracia. Y tanto los medios como el resto de partidos están obligados a demandárselo antes de aceptarlos en el club, como se hace en toda Europa con partidos similares. En el PSOE todos deberían tener claro a estas alturas que Podemos no podrá ser nunca su posible aliado mientras mantenga esos planteamientos. Por ello, trabajar «codo con codo» con un partido así, como plantea Pedro Sánchez, sería para los socialistas un verdadero suicidio democrático.