Piscis

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La circulación sanguínea no está bien y notarás que se te duermen los dedos de manos y pies. ¡Evita llevar botas apretadas y tacones!».

El mensaje se envía desde una revista a todos los Piscis del mundo, signo del zodíaco que según un cálculo elemental patrocina a quinientos millones de seres humanos nacidos y vividos en las circunstancias más diversas. Una marabunta de individuos a los que se conmina a pasar unos días en babuchas y con los cordones aflojados para evitar el hormigueo de las extremidades. 

La descomunal patochada brilla en la marabunta de bobadas con las que a diario nos proponen ser más felices, o más guapos, o más sabios, fantochadas construidas por charlatanes a los que increíblemente concedemos el talento de adivinar el futuro, como si este existiese y la vida no fuese presente no más. 

Se disculpan las maniobras individuales para encontrar la felicidad o la paz, esa capacidad que los creyentes tienen para considerar que hay algo más que carne y verbo, esa convicción con la que algunos estiman que su mortalidad se transformará en vida eterna, pero trastornan la grandes estafas que a diario se perpetran en nombre de la santa ciencia con majaderías mayúsculas como que 500 millones de personas sincronizarán mañana un dolor de píloro. Existen personas inteligentes que un día te preguntan por tu signo y que tras ser informadas mascullan una teoría fugaz sobre tu personalidad por haber sido alumbrada un 10 de abril y no un 13 de noviembre. 

Sinvergüenzas que curan el cáncer con gaseosa, la depresión con diluciones en agua, la náusea de vivir con el Tarot, carotas que convocan a los muertos con un vaso, meigas que frotan con huevos negros la chepa de sospechosos honorables. Acojona lo cándida que puede ser la humanidad y la cantidad de sinvergüenzas que lo saben.