El transporte a demanda

Javier Varela Tejedor AL DÍA

OPINIÓN

08 feb 2017 . Actualizado a las 10:12 h.

Una de las modalidades de transporte sostenible, sobre todo en el ámbito rural, es el transporte a demanda, aquel adaptado a la demanda de los usuarios en rutas y en horarios con una mayor eficiencia y flexibilidad.

Es apropiado para zonas de baja densidad de población o con una débil demanda que no justifica un transporte público regular, aunque por sus características geográficas o socio-económicas necesitan contar con transporte público.

Es un sistema donde los itinerarios se fijan a partir de la demanda prevista, con una petición previa que se hace mediante una llamada telefónica o a través de Internet a un centro de control que establece los horarios de desplazamiento y las paradas de origen y destino del mismo, con un software que fija las rutas a seguir mediante algoritmos.

Los sistemas de transporte público a demanda ofrecen servicio a ámbitos de escasa concentración de demanda; franjas horarias en las que disminuye sustancialmente la concentración de demanda; y grupos de población específicos (personas mayores, con movilidad reducida, enfermos, estudiantes).

En este sentido, se puede diferenciar entre el transporte «puerta a puerta», que recoge y deja al cliente directamente en los puntos de origen y destino, sin fijar horarios; el transporte con distintos orígenes y destinos con horarios libres, un servicio que recoge y deja al cliente directamente en unos puntos prefijados, sin fijar horarios; el transporte con distintos orígenes y un destino con horarios libres: un diseño de rutas más simplificado, que supone una explotación gravosa; el transporte con distintos orígenes y un destino con horarios fijos, un servicio que recoge y deja al cliente en unos puntos prefijados, con horarios fijados, con un importante polo de movilidad en el origen o destino del viaje; y la línea regular virtual, con un itinerario y unos horarios predeterminados, que únicamente son utilizados si existe una reserva previa.

Dada la existencia de una demanda débil y con altos costes de explotación, si se quiere ofrecer servicios mínimos que satisfagan las necesidades sociales de movilidad que superen el aislamiento, es necesaria la intervención de las Administraciones Públicas por la vía de subvenciones.