Regalar un móvil

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

15 ene 2017 . Actualizado a las 10:07 h.

En un breve sondeo doméstico constato que el regalo más prevalente para los chavales en estas fiestas ha sido un móvil, tableta y demás ingenios tecnológicos.

Según el INE, el uso del móvil es cada vez más precoz entre la población infantil. El 50,9 % de los niños españoles de 11 años ya dispone de uno, proporción que llega hasta el 93,9 % entre los de 15 años.

España es uno de los países de la UE en el que los menores acceden antes al móvil, más de diez puntos por encima de países como Alemania, el Reino Unido, Italia o Francia.

Regalar un móvil a un menor no es algo intrascendente, supone darle un elemento de potencial dependencia, favorecer el sedentarismo -aumentó significativamente la obesidad infantil-, eliminar la lectura -recientemente hemos sabido que un 40 % de la población no lee un libro en todo el año-, potenciar el insomnio, mirar a la pantalla durante horas enajena a la gente, paradójicamente, tanta comunicación los aísla; favorece el desarrollo de una inteligencia instrumental sobre la creativa, el exhibicionismo, la pérdida de privacidad y pone una bomba de fragmentación informativa en sus manos.

El Centro de Seguridad en Internet para los Menores, integrado en el programa Safer Internet de la Comisión Europea, recomienda disponer de móvil lo antes posible siempre y cuando esto suceda acompañados de los padres y estos estén decididamente implicados en su control, lo que casi nunca es así.

Hace poco, una madre me comentaba que tras revisar el móvil de su niña de 11 años se había dado de bruces con páginas pornográficas y chats subidos de tono con selfis incluidos. Estaba estupefacta porque no le cabía en la cabeza que su niña, en vez de estar jugando a las cocinitas con su prima, estuviera en esos entretenimientos.

La actual adultización del niño y el desarrollo de la Sociedad Líquida -del tristemente desaparecido Zygmunt Bauman- viene determinada en gran medida por el uso, el abuso y el acceso abierto a la red de un móvil en edades tempranas. Internet permite acceder a una cantidad infinita de información, pero sin los filtros ni el manual necesarios para saber seleccionarla. Educar no consiste en tener mucha información, sino en enseñar a escogerla; no consiste en una acumulación de saber, sino en la capacidad para discriminarlo. La información indiscriminada solo provoca ruido y desorden mental.

Internet enseña todo, salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar la información irrelevante o dañina. Urge el desarrollo de algún algoritmo capaz de enseñar a niños y adultos el manejo y control correcto de semejantes ingenios.

Mientras no sea así, conviene regalar a los chicos móviles restringidos y tener el ordenador en el salón.