Otras Navidades

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

27 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En Navidad, cuando se suceden los encuentros familiares y las estampas hogareñas, la comida copiosa, etcétera, yo siempre pienso en los exploradores y los viajeros de tiempos pasados. En el escocés Mungo Park, que en la de 1795 estaba recorriendo el río Gambia sin saber las penalidades que le aguardaban y que caería preso de los musulmanes del Sahel. O de Livingstone, al que Navidades sucesivas en los años centrales del siglo XIX le pillaban en un carro de bueyes escoltado por una tribu de mandingas, o descendiendo tranquilamente el río Zambeze. Y en el pobre Charles M. Doughty, que pasó las Navidades de 1876 atravesando el desierto de Arabia mientras cargaba con varios volúmenes de los Cuentos de Canterbury. A Shackleton la Navidad de 1902 le pilló junto a Scott intentando alcanzar el Polo Sur, lo cual nunca lograría ninguno de los dos. Scott pasó la Navidad de 1911 de nuevo atacando el extremo sur, pero esta vez le costaría la vida. Cuando alcanzó el polo, comprobó que apenas unos días antes se había comido allí el turrón el noruego Roald Amundsen. El uno volvió con la gloria, el otro no volvió. Por su parte, Shackleton, en una pirueta del destino, alcanzó la posteridad por un fracaso, el que le llevó a pasar la Navidad de 1915 jugando al fútbol con su tripulación en una banquisa de hielo del mar de Weddell, que había atrapado y hecho añicos el Endurance. Su victoria fue regresar vivo con toda su tripulación. Lo cual ni entonces ni ahora es moco de pavo. Pues eso, feliz pavo.